CELIA PÉREZ LEÓN | sabervivirtv.com | 12/06/2024
Las personas "buenas", aquellas que
hacen sentir más felices a los demás, suelen compartir algunos rasgos.
Practicarlos te ayudará a tener una vida más plena.
Ser “malo”, seguir nuestras emociones
negativas y no medir el impacto que lo que hacemos
puede tener en los demás es, a menudo, el camino más fácil. No
cuesta demasiado dejarse llevar y no pensar en las consecuencias que nuestros
actos pueden tener en quienes nos rodean. Sin embargo, tomar conciencia de
nuestro impacto en los demás, y procurar que este siempre sea positivo, es un
camino que hay que elegir cada día.
Las personas que lo hacen, aquellas a
las que clasificamos como “buenas personas”, tienen
algunos rasgos en común según psicólogos y expertos en la
naturaleza humana. Conocer cuáles son no solo nos puede ayudar a acercarnos a
personas con las que construir vínculos saludables, sino que puede permitirnos
cultivar nuestra propia bondad.
EL AMOR
PROPIO
“Una vez nos logremos amarnos de forma
sana nos resultará mucho más sencillo amar de una forma sana a los demás.” Amar(nos), de Paula Vicent
Berlanga
Quizá el rasgo más importante que
comparten las “buenas personas” es que, sencillamente, han aprendido a amarse a
sí mismas. Como bien expresa la psicóloga Paula Vicent, para amar de forma sana
a los demás, primero debemos amarnos a nosotros mismos.
Solo así conseguiremos salir de la
mirada egoísta y egocéntrica, que a veces nos lleva a ver en los ojos ajenos el
odio que sentimos por dentro. Esta suele ser la causa de todas esas conductas
que asociamos a las malas personas: la antipatía, la
envidia, los celos, y la a veces mal llamada “toxicidad”.
Las buenas personas saben que deben
ser lo más importante de sus vidas, y por eso pueden darle a los demás un lugar
adecuado en las suyas. De esa forma consiguen construir
relaciones saludables, en las que sentirse bien es lo más
importante. Cuando estás bien contigo misma, no necesitas hacerle daño a los
demás.
LA SINCERIDAD O EL SINCERICIDIO
“La sinceridad muchas veces es
agresión si no evalúas correctamente lo que saldrá de tu boca.” Cómo ser yo una buena pareja,
de Belkis Carrillo
Solemos asociar la sinceridad y la
honestidad al prototipo perfecto de “buena persona”. Y si bien es
cierto que ser honestos nos acerca a la bondad, Belkis Carrillo nos ofrece un
punto de vista interesante en su libro sobre lo que la sinceridad puede hacer
cuando no medimos lo que decimos.
Que algo sea cierto, no
quiere decir que deba ser pronunciado en voz alta. Y mucho
menos con crueldad, sin tacto.
Las buenas personas saben cuándo es
necesario hablar de un tema, y cuando no. No te dicen que tu aspecto no les
gusta, porque esa es una opinión personal, y no
aporta nada a tu vida que la expresen en voz alta. En
cambio, sí saben tocar temas delicados, con la delicadeza que ameritan.
Aléjate de aquellos que en
pos de la verdad cometen sincericidio, hiriendo los sentimientos de
todos con la excusa de ser sinceros. La honestidad nunca puede ser una razón
por la que hacer daño a los demás, incluso cuando a veces resulta inevitable.
PACIENCIA
“En un mundo donde vivimos acelerados,
a base de gratificaciones instantáneas y adictos a experiencias emocionales, ir
despacio es un ejercicio a contracorriente, pero muy necesario” Encuentra a tu persona vitamina,
de Marian Rojas Estapé
La paciencia no es solo un rasgo
habitual de las mejores personas que puedas conocer, sino que además es una
característica en peligro de extinción. Aunque es probable que te estés
preguntando cómo puede la paciencia convertirte en mejor persona.
Al practicar la lentitud y la
paciencia, conseguirás varias cosas. Para empezar, respetar
tus propios tiempos, entendiendo que el ritmo que en ocasiones
nos impone la sociedad no es siempre el más correcto. Esto hará que te sientas
mejor contigo misma y que aprendas a respetar el ritmo de los demás. Y eso es
algo que sin duda hacen las buenas personas.
El segundo argumento a favor de la
paciencia tiene que ver con el cortisol, la hormona del estrés, que suele
aparecer en nuestro cuerpo cuando queremos ir demasiado rápido. Cuando queremos
resultados inmediatos, que no siempre podemos conseguir. Y resulta que el cortisol
es una hormona antagonista de la oxitocina, la hormona
de la empatía y la comprensión.
Así que, por norma general, las
personas pacientes saben tratar mejor a los demás, poniéndose en sus
zapatos. También saben gestionar mejor la frustración, una emoción
natural que mal gestionada puede llevarnos a actuar como malas personas.
RESPONSABILIDAD
AFECTIVA
“Responsabilizarnos afectivamente es
cuidar de los vínculos, es entender que lo que hacemos y/o decimos (al igual
que lo que no hacemos y/o no decimos) tiene un impacto en la otra persona.
Supone hacernos cargo de nuestras heridas y protecciones y, por lo tanto,
hacernos cargo de nuestras palabras, actitudes y equivocaciones.” Amar(nos), de Paula Vicent
Berlanga
Últimamente, oímos mucho hablar de la
responsabilidad afectiva, pero pocas veces nos paramos a pensar en su auténtico
significado. Ser responsables a un nivel afectivo no es otra cosa que aceptar el
impacto que podemos generar en los demás, tanto para bien, como para
mal. Y una vez aceptado, debemos actuar en consecuencia.
Por eso, las buenas personas se
disculpan cuando se equivocan, incluso si no te habías dado cuenta de su error.
Las buenas personas te dicen que te quieren, y también te expresan su necesidad
de estar a solas, sin desaparecer de tu vida, sin previo aviso. Las buenas
personas saben que sus palabras pueden hacer daño, y por eso
miden bien lo que dicen antes de hablar. Por eso saben tomarse un tiempo para
calmar el enfado antes de hablar.
EMPATÍA Y COMPASIÓN
“La empatía es una cualidad humana
maravillosa. Supone la capacidad de ponerse en el lugar del otro y conectar con
él y con sus emociones.” Encuentra
a tu persona vitamina, de Marian Rojas Estapé
Todo lo visto anteriormente conduce
siempre a un mismo punto. La empatía. Como
bien nos explica Rojas Estapé en su libro, es una capacidad que nos permite
conectar con las emociones de los demás. Esta capacidad puede entrenarse, y
también atrofiarse cuando vivimos demasiado centrados en lo que rige nuestro
mundo interno, sin ser conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor.
Las buenas personas cultivan
esta habilidad y tienen la capacidad innata de entender lo que
siente el otro. Así pueden cumplir con su responsabilidad afectiva. Así pueden
perdonar y ser comprensivos. Pero sin abandonar los límites que saben que son
necesarios para construir una relación saludable.
Porque es fácil olvidar, cuando
conseguimos comprender a los demás, que entender sus motivaciones para mal
obrar, no significa que deban tolerar aquello que no les gusta o no les
hace sentir bien.
COMUNICACIÓN
ACTIVA
“Comunicarse de forma eficaz es
expresar tus propias necesidades de manera sana, entendiendo y conociendo tus
puntos débiles y trabajando en ellos desde el cariño, sin dudar de tu
valor” Amar(nos),
de Paula Vicent Berlanga
Acabamos con una
característica esencial en las buenas personas, y muy
importante para construir relaciones saludables. Estas personas comprenden a
los demás, y saben que tienen la responsabilidad de comunicarse de forma activa
y sana. Por eso, sin caer en el sincericidio, tomándose el tiempo necesario
para que les entiendan e intentando adaptar sus palabras a la persona con la
que están hablando, no dudan en expresar en voz alta sus deseos, emociones y
necesidades.
Porque, lejos de esa imagen de la niña
buena que solemos tener en la cabeza, esa que sonríe y nunca protesta, ser una
buena persona solo sirve si también lo eres contigo misma. Decir que
algo te molesta, con asertividad y cariño, es la mejor
forma de protegerte a ti misma y proteger tus relaciones con los demás. Y por
eso te convierte en una buena persona.
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