MARÍA FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA | telva.com | 04/08/2024
Para el neurocientífico Michel Le Van Quyen, la naturaleza es mucho más que un espectáculo al que asistimos.
Aprovecha estas vacaciones para descubrirlo.
Investigador de neurociencia en el Inserm (Instituto Nacional de la Salud y la
Investigación Médica de Francia) y del Laboratorio de Imágenes
Biomédicas (LIB), a Michel Le Van Quyen fue
una parálisis por estrés la que ayudó a descubrir el poder sanador del
silencio. Su libro Cerebro y silencio (2019)
fue el resultado (y ya va por la séptima edición). Hace unos meses
lanzaba Cerebro y naturaleza (Plataforma
Editorial), para mostrarnos por qué la belleza del mundo natural nos aporta
tanto bienestar y salud. No hay mejor momento para traerlo a colación. Las
vacaciones son siempre una invitación a alimentar nuestro vínculo con la
naturaleza. El mar, la montaña, el campo han sido siempre el destino
para descansar y desconectar, para reequilibrarnos por
dentro y por fuera. Sabemos que la naturaleza nos repara, nos sana física y psíquicamente. Aprendamos a exponernos a ella
de la mano de la neurociencia.
La naturaleza es mucho más que un decorado o un espectáculo
para nuestro cerebro
Existen numerosas
investigaciones que abalan el sorprendente vínculo que existe entre la naturaleza
y el bienestar. Esta conexión hombre-naturaleza se mantiene incluso cuando vivimos en
entornos urbanos o, incluso, cuando no queremos saber nada
de ella. Le Van Quyen recuerda que esto se manifiesta, por ejemplo, "mediante los relojes biológico que organizan el sueño, el apetito, la vigilancia y el estado de ánimo, y que están presentes hasta en lo más profundo de nuestros genes (...) En el fondo de nuestro ser, con la simple visión de
pequeños elementos como el agua, las plantas, un animal o incluso las
estrellas, sentimos de inmediato que algo en nosotros comienza a
vibrar, a palpitar".
Cómo conectar de verdad con la naturaleza
Pero, ¿sabemos tener ese encuentro
con la naturaleza?, se pregunta el neurocientífico.
"De hecho, cuando nos hallamos en la naturaleza, en un bosque, por
ejemplo, una gran parte de lo que percibimos se nos escapa, y hemos de (re)aprender a
escuchar, a encontrar su realidad viviente. En lugar de
contentarnos con observar, se trata de adoptar un modo más receptivo.
Debemos dejar que los colores, las formas, los movimientos y los sonidos
vengan a nosotros; dejar que la atmósfera y el ritmo particular
que emanan del paisaje nos impregnen, a la manera de un perfume o de una
música".
Cómo la naturaleza nos transforma según la neurociencia
¿Qué ocurre entonces?
De esta manera, "el paisaje ya no es observado o percibido, sino sentido y
experimentado. La naturaleza resuena como en un espacio común
en el que el mundo y yo se unen". Para Le Van Quyen la experiencia
inmersiva de la naturaleza es esencialmente no intelectual, sino carnal. A
través de nuestros sentidos - el tacto, el oído, la vista, etc. - activa
nuestro cerebro y nos transforma física y psíquicamente. Según el
neurocientífico, se trata de un enfoque auténticamente científico donde cerebro, cuerpo y entorno se conectan y se influyen. Lo explica con acierto la filósofa Claire Petitmengin,
cuando dice: "El reto no consiste interrelaciones, restablecer conexiones,
reparar o forjar vínculos entre lo humano y la naturaleza concebidos por
separado, sino en realizar su unidad en el corazón de la experiencia".
4 momentos para conectar con la naturaleza en vacaciones
Si hay una tendencia de bienestar que
marca las vacaciones 2024 es el aire libre.
Hagas lo que hagas, que sea tiempo invertido en conexión con la naturaleza. Le
Van Quyen te propone 4 cuatro momentos únicos para disfrutarla intensamente:
- Escucha los sonidos de un bosque. Según el
neurocientífico, "no hay nada como una caminata por el bosque para
relajarse". Y añade: "En el bosque, el sistema parasimpático se
activa y ralentiza globalmente la fisiología del
cuerpo. Este se calma poco a poco, lo cual se traduce en un estado de
bienestar biológica y psicológicamente regenerador. Este es uno de los poderes
de un simple paseo por el bosque: apacigua, ralentiza el ritmo de la
respiración y el ritmo cardiaco".
- Mira al mar.
Investigaciones recientes muestran el poder terapéutico del mar no
sólo para el cuerpo sino también para la mente. "Parece que ver el azul ofrece más
beneficios para la salud mental que observar lo
verde, aunque sabemos que esto también mejora el bienestar
psicológico". Incluso, explica el autor, los científicos
recomiendan curas de azul para
luchar contra la depresión y la ansiedad.
- Flota en el agua. "El
agua nos permite experimentar nuestra propia envoltura corporal. La próxima vez que te
bañes, flota y presta atención a tus sentidos: constatarás
que, incluso en reposo, persiste una sensación en los músculos". Pero
la hipótesis del autor apunta más alto. "la intensidad de estas
sensaciones remite sin duda a un recuerdo residual de la vida
intrauterina, cuando el niño y el mundo son una misma cosa".
- Contempla las estrellas.
"El cerebro humano es un órgano que
contiene cien millones de neuronas y mil billones de
sinapsis. Un verdadero Universo microscópico y biológico
de una sofisticación inimaginable", explica Le Van Quyen.
"Recientemente, dos investigadores italianos han descubierto una
similitud entre la configuración de nuestras redes neuronales y la del
conjunto de las galaxias observables". La experiencia
estética del universo estrellado llevó al paleontólogo y filósofo francés Pierre Teilhard de
Chardin:
"Tomo conciencia de llevar en mi algo más grande y más
necesario que yo, algo que estaba antes que yo y que habría podido continuar
sin mi; algo en lo que vivo y que no agoto; algo que disfruto, pero de lo que
no soy dueño".
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