ROCÍO CARMONA |
La Vanguardia | 11/01/2020
(Sigue…)
Gaspar Hernández, por su parte, ve
en esta técnica una buena iniciación para todas aquellas personas a
quienes les cuesta meditar, puesto que su recomendación pasa siempre por la
meditación, “ya sea con los ojos cerrados o, como también propone el mindfulness,
mientras nos duchamos, o lavamos los platos, o paseamos... Hay personas a las
que les cuesta sentarse a meditar y que gracias a las prácticas informales
de mindfulness pueden lograr la atención plena en el momento
presente. O sea, ir más allá de la mente racional, de los pensamientos. La
meditación tendría que ser asignatura obligada en la escuela. Tenemos una
sociedad profundamente enferma, como dijo Jiddu Khrisnamurti. Mi propuesta para
sanar la sociedad, es la meditación. Y, insisto, el mindfulness puede
ser una buena puerta de entrada”.
Otros autores van incluso más allá y
señalan que esta técnica está quedando obsoleta y tiene algunos
inconvenientes y limitaciones. Es el caso de Rajshree Patel, autora
de The Power f Your Vital Force (HayHouse) y experta en
meditación vedanta, quien argumenta que el mindfulness puede ocasionar lo
contrario de descansar la mente: entrena los músculos de la atención a partir
del enfoque y el control del pensamiento.
“Es como si estuvieras caminando
todo el día, todos los días, con un personaje de Woody Allen en tu cabeza que
emite constantes comentarios negativos sobre todo lo que piensas, dices y
haces. Lo que hace el mindfulness es pedirle a Woody Allen que esté calmado, tranquilo
y sin juzgar. Le pide que se observe a si mismo desde una perspectiva separada
y neutral, lo cual va en contra de su propia naturaleza”, explica en su libro.
¿Y qué es lo que tiene la práctica
de la atención plena para que se haya puesto tan de moda? ¿Y qué hay de
malo, podemos llegar a preguntarnos, en que se ofrezca en las empresas, la
practiquen los directivos o la propongan los anuncios de la tele?
Para el autor de Mc
Mindfulness, la pregunta relevante aquí es “qué tipo de mindfulness se
nos ofrece. A los ejecutivos les llega el mismo producto que a cualquiera, y lo
que proporciona no deja de ser una herramienta para apaciguar el
estrés sin la sabiduría y el conocimiento de los cuales proviene. Un mindfulness verdaderamente
revolucionario desafiaría la idea occidental de que existe un derecho a la
felicidad independiente de la conducta ética. Pero los programas de mindfulness no
les piden a los ejecutivos que examinen cómo sus decisiones de empresa o las
políticas corporativas han institucionalizado la codicia, el deseo enfermizo o
el engaño que el mindfulness budista busca erradicar”,
denuncia Pursuer.
Para Daniel Ramos, el mindfulness “no
es una simple moda cool, pasajera y superficial, o una práctica de
la que hago uso a modo de píldora que me tomo (como quien toma una aspirina)
para no sentir el dolor o el malestar que provoca una determinada situación en
mi vida, sino que es una manera de entender la vida y de vivirla.
La conexión con el cuerpo y con la respiración, estar presente en la
experiencia (en lugar de actuar por inercia y en piloto automático), vivir
desapegadamente comprendiendo la transitoriedad y la impermanencia de
todo cuanto conocemos, fluir con los ritmos propios y naturales, atender
las propias necesidades, poner atención en qué sentimos y cómo regulamos
nuestras emociones, vivir más ecuánimemente, sin juzgar e interpretar
tanto, cuidar la calidad de los vínculos íntimos que establecemos con otras
personas, ser conscientes del impacto que generamos en nuestro entorno, y un
largo etcétera, conformarían algunos de los valores y pilares de esta
filosofía de vida desde mi manera de entenderla”.
Sobre este asunto, Sergi Torres
argumenta también que si el mindfulness está tan de moda quizá
sea “porque hoy en día hay muchas personas buscando sentirse bien. Como
hemos confundido sentirnos bien con no sentir aquello que no nos gusta sentir,
y a su vez hemos confundido al mindfulness con una herramienta
que te hace sentir bien, pues oferta y demanda se encuentran. Hacer frente, en
cambio, a nuestras sombras ya no vende tanto. El propósito de cualquier
propuesta de autoconocimiento debe ser el autoconocimiento. Una vez esto
está claro, podemos difundir dicha propuesta dentro de formatos que incluso
pueden llegar a ser comercializados, como libros, cursos, charlas y demás; pero
si invertimos su orden, el contexto —vender libros— pasa a ser lo importante, y
la herramienta y su propósito, lo secundario. Así es como, sin darnos cuenta,
estaremos vendiendo sacacorchos para abanicarnos”.
La necesidad creciente de volver a conectar
con la propia esencia, con la propia autenticidad, y de vivir guiados por un
propósito más elevado son los factores que, en opinión de Daniel Ramos, han
contribuido a que la popularidad del mindfulness suba como la
espuma.
“Actualmente, la sociedad en la que
vivimos, el sistema socioeconómico imperante, contribuye a que vivamos
totalmente alienados de nuestras necesidades reales, de nuestros ritmos y
tempos naturales, y desconectados de un sentido y de un propósito mayor que
nosotros mismos que trasciende el individualismo radical de las sociedades
capitalistas. Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad capitalista. Lo
extraño, lo extraordinario en este contexto socio económico”, explica, “sería
lo contrario, es decir, no convertir absolutamente cualquier cosa, cualquier
experiencia en un bien de consumo”.
Y prosigue: “Pues con el mindfulness pasa
lo mismo: hay una industria que lo trata como un producto de consumo
masivo disfrazado de falsa espiritualidad. Ahora le toca al mindfulness,
hace algunos años le tocó al coaching, a la Programación
Neurolingüística, a la psicología positiva, a la inteligencia emocional... Así
es y así funciona el supermercado del desarrollo personal y la espiritualidad.
De nuestra consciencia y nuestra responsabilidad como consumidores críticos
dependerá la evolución de esta industria tan potente y tan lucrativa”.
La principal denuncia del libro del
profesor Pursuer es precisamente la mercantilización −que tiene como
consecuencia la pérdida de sentido− del mindfulness. ¿Qué
papel juegan en su este proceso los libros de desarrollo personal o de
autoayuda, a menudo tan criticados? Crianza mindful, comida mindful,
sexo mindful, trabajo mindful… Resulta difícil
encontrar una sola área humana que no tenga ya su correspondiente libro… mindful.
¿Hasta qué punto hemos comprado la
idea de que la felicidad, como la serenidad o el bienestar, son bienes de
consumo? Sergi Torres quita hierro al asunto: “Si me permites un poco de humor,
quizás algunas de las personas que demonizan los libros de autoayuda deberían
practicar un poco de mindfulness y quizás aquellos que
practican el mindfulness y los libros de autoayuda como si
estos fueran un blanqueador dental deberían permitirse sentir su enojo igual
que lo hacen aquellos que demonizan los libros de autoayuda. Al final,
todos nos enseñamos los unos a los otros”. Para Torres, “algunas
relaciones, ya sean de pareja o familiares, son las mejores maestras de
autoconocimiento que conozco y, por ahora, no hay que pagar por ellas”.
Gaspar Hernández puntualiza en este
sentido: “Yo escribo sobre psicología y espiritualidad. No escribo “autoayuda”.
Sin embargo, hay lectores que me dicen que mis libros les han “ayudado”. Lo
respeto, solo faltaría, y lo agradezco. Salvando las infinitas distancias, a mí
me han ayudado libros de Josep Pla, Marcel Proust o Shakespeare. En los clásicos siempre
encuentro valiosas lecciones de vida”.
Daniel Ramos, por su parte, reconoce
que “hay una moda creciente que cuestiona y demoniza este género de una manera
generalizada porque hay mucho desconocimiento y mucha ignorancia sobre el
mismo. Quien juzga más duramente muchas veces lo hace desde el desconocimiento
de la gran variedad que existe dentro del género y de la grandísima calidad que
tienen muchos libros. Se suelen meter en el mismo saco libros y propuestas muy
heterogéneas, que van desde lo más ortodoxo, racional y científico, hasta lo
más intuitivo, poético e innovador, desde lo más riguroso o profundo hasta lo
más carente de base o superficial. Hay de todo, y por eso es importante leer
con espíritu crítico, no ser un mero receptor pasivo de información, sino
ser protagonista activo en la lectura”, declara.
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