jueves, 6 de febrero de 2020

Mindfulness: ¿moda? ¿autoconocimiento? ¿o un gran negocio? (II)

ROCÍO CARMONA    |   La Vanguardia   |    11/01/2020

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Gaspar Hernández, por su parte, ve en esta técnica una buena iniciación para todas aquellas personas a quienes les cuesta meditar, puesto que su recomendación pasa siempre por la meditación, “ya sea con los ojos cerrados o, como también propone el mindfulness, mientras nos duchamos, o lavamos los platos, o paseamos... Hay personas a las que les cuesta sentarse a meditar y que gracias a las prácticas informales de mindfulness pueden lograr la atención plena en el momento presente. O sea, ir más allá de la mente racional, de los pensamientos. La meditación tendría que ser asignatura obligada en la escuela. Tenemos una sociedad profundamente enferma, como dijo Jiddu Khrisnamurti. Mi propuesta para sanar la sociedad, es la meditación. Y, insisto, el mindfulness puede ser una buena puerta de entrada”.
Otros autores van incluso más allá y señalan que esta técnica está quedando obsoleta y tiene algunos inconvenientes y limitaciones. Es el caso de Rajshree Patel, autora de The Power f Your Vital Force (HayHouse) y experta en meditación vedanta, quien argumenta que el mindfulness puede ocasionar lo contrario de descansar la mente: entrena los músculos de la atención a partir del enfoque y el control del pensamiento.
“Es como si estuvieras caminando todo el día, todos los días, con un personaje de Woody Allen en tu cabeza que emite constantes comentarios negativos sobre todo lo que piensas, dices y haces. Lo que hace el mindfulness es pedirle a Woody Allen que esté calmado, tranquilo y sin juzgar. Le pide que se observe a si mismo desde una perspectiva separada y neutral, lo cual va en contra de su propia naturaleza”, explica en su libro.
¿Y qué es lo que tiene la práctica de la atención plena para que se haya puesto tan de moda? ¿Y qué hay de malo, podemos llegar a preguntarnos, en que se ofrezca en las empresas, la practiquen los directivos o la propongan los anuncios de la tele?
Para el autor de Mc Mindfulness, la pregunta relevante aquí es “qué tipo de mindfulness se nos ofrece. A los ejecutivos les llega el mismo producto que a cualquiera, y lo que proporciona no deja de ser una herramienta para apaciguar el estrés sin la sabiduría y el conocimiento de los cuales proviene. Un mindfulness verdaderamente revolucionario desafiaría la idea occidental de que existe un derecho a la felicidad independiente de la conducta ética. Pero los programas de mindfulness no les piden a los ejecutivos que examinen cómo sus decisiones de empresa o las políticas corporativas han institucionalizado la codicia, el deseo enfermizo o el engaño que el mindfulness budista busca erradicar”, denuncia Pursuer.
Para Daniel Ramos, el mindfulness “no es una simple moda cool, pasajera y superficial, o una práctica de la que hago uso a modo de píldora que me tomo (como quien toma una aspirina) para no sentir el dolor o el malestar que provoca una determinada situación en mi vida, sino que es una manera de entender la vida y de vivirla. La conexión con el cuerpo y con la respiración, estar presente en la experiencia (en lugar de actuar por inercia y en piloto automático), vivir desapegadamente comprendiendo la transitoriedad y la impermanencia de todo cuanto conocemos, fluir con los ritmos propios y naturales, atender las propias necesidades, poner atención en qué sentimos y cómo regulamos nuestras emociones, vivir más ecuánimemente, sin juzgar e interpretar tanto, cuidar la calidad de los vínculos íntimos que establecemos con otras personas, ser conscientes del impacto que generamos en nuestro entorno, y un largo etcétera, conformarían algunos de los valores y pilares de esta filosofía de vida desde mi manera de entenderla”.
Sobre este asunto, Sergi Torres argumenta también que si el mindfulness está tan de moda quizá sea “porque hoy en día hay muchas personas buscando sentirse bien. Como hemos confundido sentirnos bien con no sentir aquello que no nos gusta sentir, y a su vez hemos confundido al mindfulness con una herramienta que te hace sentir bien, pues oferta y demanda se encuentran. Hacer frente, en cambio, a nuestras sombras ya no vende tanto. El propósito de cualquier propuesta de autoconocimiento debe ser el autoconocimiento. Una vez esto está claro, podemos difundir dicha propuesta dentro de formatos que incluso pueden llegar a ser comercializados, como libros, cursos, charlas y demás; pero si invertimos su orden, el contexto —vender libros— pasa a ser lo importante, y la herramienta y su propósito, lo secundario. Así es como, sin darnos cuenta, estaremos vendiendo sacacorchos para abanicarnos”.
La necesidad creciente de volver a conectar con la propia esencia, con la propia autenticidad, y de vivir guiados por un propósito más elevado son los factores que, en opinión de Daniel Ramos, han contribuido a que la popularidad del mindfulness suba como la espuma.
“Actualmente, la sociedad en la que vivimos, el sistema socioeconómico imperante, contribuye a que vivamos totalmente alienados de nuestras necesidades reales, de nuestros ritmos y tempos naturales, y desconectados de un sentido y de un propósito mayor que nosotros mismos que trasciende el individualismo radical de las sociedades capitalistas. Pero lo cierto es que vivimos en una sociedad capitalista. Lo extraño, lo extraordinario en este contexto socio económico”, explica, “sería lo contrario, es decir, no convertir absolutamente cualquier cosa, cualquier experiencia en un bien de consumo”.
Y prosigue: “Pues con el mindfulness pasa lo mismo: hay una industria que lo trata como un producto de consumo masivo disfrazado de falsa espiritualidad. Ahora le toca al mindfulness, hace algunos años le tocó al coaching, a la Programación Neurolingüística, a la psicología positiva, a la inteligencia emocional... Así es y así funciona el supermercado del desarrollo personal y la espiritualidad. De nuestra consciencia y nuestra responsabilidad como consumidores críticos dependerá la evolución de esta industria tan potente y tan lucrativa”.
La principal denuncia del libro del profesor Pursuer es precisamente la mercantilización −que tiene como consecuencia la pérdida de sentido− del mindfulness. ¿Qué papel juegan en su este proceso los libros de desarrollo personal o de autoayuda, a menudo tan criticados? Crianza mindful, comida mindful, sexo mindful, trabajo mindful… Resulta difícil encontrar una sola área humana que no tenga ya su correspondiente libro… mindful.
¿Hasta qué punto hemos comprado la idea de que la felicidad, como la serenidad o el bienestar, son bienes de consumo? Sergi Torres quita hierro al asunto: “Si me permites un poco de humor, quizás algunas de las personas que demonizan los libros de autoayuda deberían practicar un poco de mindfulness y quizás aquellos que practican el mindfulness y los libros de autoayuda como si estos fueran un blanqueador dental deberían permitirse sentir su enojo igual que lo hacen aquellos que demonizan los libros de autoayuda. Al final, todos nos enseñamos los unos a los otros”. Para Torres, “algunas relaciones, ya sean de pareja o familiares, son las mejores maestras de autoconocimiento que conozco y, por ahora, no hay que pagar por ellas”.
Gaspar Hernández puntualiza en este sentido: “Yo escribo sobre psicología y espiritualidad. No escribo “autoayuda”. Sin embargo, hay lectores que me dicen que mis libros les han “ayudado”. Lo respeto, solo faltaría, y lo agradezco. Salvando las infinitas distancias, a mí me han ayudado libros de Josep Pla, Marcel Proust o Shakespeare. En los clásicos siempre encuentro valiosas lecciones de vida”.
Daniel Ramos, por su parte, reconoce que “hay una moda creciente que cuestiona y demoniza este género de una manera generalizada porque hay mucho desconocimiento y mucha ignorancia sobre el mismo. Quien juzga más duramente muchas veces lo hace desde el desconocimiento de la gran variedad que existe dentro del género y de la grandísima calidad que tienen muchos libros. Se suelen meter en el mismo saco libros y propuestas muy heterogéneas, que van desde lo más ortodoxo, racional y científico, hasta lo más intuitivo, poético e innovador, desde lo más riguroso o profundo hasta lo más carente de base o superficial. Hay de todo, y por eso es importante leer con espíritu crítico, no ser un mero receptor pasivo de información, sino ser protagonista activo en la lectura”, declara.



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