Esta vez trataremos sobre la
emoción positiva del interés, muy asociada a la
curiosidad y la motivación.
El interés lo podemos definir como
esa emoción que despierta cuando algo nuevo capta tu atención, cuando sientes
una necesidad de explorar a fondo lo que has descubierto. Es el responsable de
que te mantengas centrado en algo, requiere de esfuerzo y atención. Gracias a él
podremos concretar metas, nos motiva a la acción, a movernos.
Quienes activan esta emoción
experimentan tanto curiosidad por el mundo que los rodea como por su propio
mundo interior. Esto los lleva a estar en una constante búsqueda de nuevas
experiencias, se atreverán a conocer personas interesantes, visitar lugares
exóticos, aventurarse en la vida y descubrir oportunidades donde los demás no
ven nada.
El interés permite sumergirte
en situaciones excitantes, que harán que tu capacidad intelectual se enfrente a
nuevos desafíos, cuanto más aprendes más quieres saber.
Para mantenerlo
vivo, debes investigar por tu propia cuenta las temáticas
que te llamen la atención, buscar material asociado a eso. Conversar con
personas que sepan sobre lo que quieres aprender. Podrás pensar en nuevos
desafíos de aprendizaje e incorporación de nuevos hábitos también.
Si eres una persona dispersa, la
meditación puede ayudarte a mejorar tu foco, también trabajar por periodos
cortos de 25 minutos o media hora. Como toda emoción positiva puede ser
efímera, pero recuerda que es renovable, así que podrás volver a sentirla si
logras recordar por qué algo te causó interés en un primer lugar y puedes
evaluar si eso es algo que vale la pena seguir trabajando o no.
El interés puede contribuir a tu
inteligencia y creatividad y hasta te puede volver experto en un tema o
habilidad que quieras trabajar. Es el creador de infinitas posibilidades de
crecimiento personal, intelectual y emocional. ¡Manos a la obra para construir
una vida más rica!
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