ELENA VILLEGAS |
Madrid | hola.com-padres |
20/02/2024
Son los padres quienes ejercen esa presión sobre sus
hijos y, si bien no siempre lo hacen de manera consciente, tiene importantes
repercusiones en los menores
Hay muchos tipos de familias, como bien sabemos. Y muchas
situaciones personales que arrastran cada uno de los miembros que interfiere
directamente en la estructura de cada núcleo familiar y
de cada individuo que lo conforma, incluidos los niños. Así, “en el complejo
entramado de la vida familiar, a menudo encontramos a niños que, a una edad
temprana, se ven obligados a asumir responsabilidades que van más allá de su
desarrollo y capacidad”, nos indica Paola Porrúa Ocejo, psicóloga
clínica y neuropsicóloga en el Centro Psicológico Loreto Charques.
Son los llamados niños ancla o niños bastón, una expresión que describe a aquellos
menores que, “debido a circunstancias familiares difíciles o desafiantes, se
convierten en pilares de apoyo y cuidado dentro de su hogar”.
Asumen, por tanto, roles que no
les corresponden y, si bien los progenitores pueden no ser conscientes de la
situación, la realidad es que las repercusiones “pueden ser
devastadoras tanto en el núcleo familiar como en el propio niño”.
Los roles que asumen los hijos ancla pueden ser de muy
diversa índole, “desde ocuparse de hermanos más pequeños, realizar tareas domésticas hasta brindar apoyo
emocional a los adultos en situaciones difíciles”, detalla la psicóloga. Y, del
mismo modo, las circunstancias dan lugar a esa situación son
también diversas, “como la enfermedad crónica de un padre o madre, el abuso de
sustancias, la ausencia de uno o ambos progenitores, padres ausentes, entre
otras”. La cuestión es que, se deba a un motivo o a otro, las consecuencias en
el desarrollo y en el bienestar del pequeño son casi inevitables.
Repercusiones para el niño que se ha convertido en un ‘hijo ancla’
“Debemos tener en cuenta que la
ley de vida es siempre descendente, los padres, los hijos, los nietos, los
biznietos… y lo mismo es lo que ocurre en torno al amor, ya que siempre se da
preferencia al más débil, con lo cual también es descendente; pero cuando se
toman responsabilidades exigidas en el ambiente familiar que se
relacionan con la supervivencia, todo cambia y se trastoca”.
El hecho de que un menor
asuma un papel que no le corresponde “genera en sí una
personalidad
no sana”, advierte Paola Porrúa.
Ya se trate de un niño de muy corta edad, ya de un adolescente, le afectará de
una manera u otra. “En primer lugar, esta situación puede generar estrés,
ansiedad y sentimientos de sobrecarga emocional en el niño”.
A esto hay que añadir que el que
tenga que “lidiar con responsabilidades propias de los adultos puede
interferir con su desarrollo emocional y social, así como con su rendimiento
académico”, puesto que no puede dedicar su tiempo a estudiar ni a relacionarse
con otros niños de su edad mientras ejercen las funciones que les han
encomendado sus padres.
“Además, los niños ancla pueden experimentar sentimientos de culpa por no poder disfrutar de
una infancia sin preocupaciones y por no poder cumplir con las expectativas
impuestas sobre ellos. Este tipo de situaciones insanas pueden traer problemas
y dificultades graves tanto psíquicas como emocionales en su vida adulta”.
¿Es posible que un hijo ‘ancla’ deje de serlo?
Teniendo en cuenta las repercusiones
que el hecho de ser un hijo ancla puede
implicar para el niño y el sufrimiento que puede haber detrás de haber llegado
a esa situación, “es esencial brindar apoyo tanto a los niños ancla como a sus padres para abordar esta
situación de manera efectiva”, dice con contundencia la psicóloga del centro
Loreto Charques. Para ello, los pasos que recomienda seguir son los siguientes:
1.
Identificar
y reconocer la existencia de los niños ancla en el entorno familiar y
comunitario, así como proporcionarles
un espacio seguro para expresar sus preocupaciones y necesidades.
2.
Ofrecer
recursos y servicios que ayuden a aliviar la carga de responsabilidad del niño, como programas de cuidado infantil,
apoyo psicológico y asistencia social, es fundamental.
3.
Proporcionar
orientación y capacitación a los padres para que puedan identificar y abordar las causas
subyacentes de la situación, así como desarrollar habilidades parentales
positivas y efectivas.
4.
Fomentar
un ambiente familiar y comunitario donde
se promueva la equidad de género, el respeto mutuo y la colaboración en la
crianza de los hijos puede ayudar a reducir la presión sobre los niños ancla y
crear un entorno más saludable y solidario para ellos y sus familias
“En resumen, los niños ancla
representan un desafío complejo que requiere una respuesta compasiva y
proactiva por parte de la sociedad en su conjunto. Al reconocer, comprender y
apoyar a estos niños y sus familias, podemos ayudar a romper el ciclo de la responsabilidad excesiva y brindarles la
oportunidad de disfrutar de una infancia plena y feliz”, señala Paola Porrúa
Ocejo. “La jerarquía familiar, sin duda, es un papel bastante importante que
debemos respetar ante cualquier situación, por difícil que sea, ya que de lo
contrario puede traer un desequilibrio que pone en riesgo a la unidad
familiar”.
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