El consumo de antidepresivos se ha duplicado en diez años.
OPINIÓN | El País | 11/12/2013
De acuerdo, la crisis económica ha golpeado a muchas
personas, que han perdido el trabajo y deben afrontar crecientes dificultades
en la vida. No cabe duda de que los problemas materiales influyen en el ánimo y
pueden provocar estados depresivos, pero ¿está justificado que en la última
década se haya disparado el consumo de antidepresivos? De 30 dosis por cada
1.000 habitantes en 2000 a 64 en 2011. Más del doble.
Hay indicios de que la crisis ha podido influir, pero
el exagerado aumento en el consumo de estos fármacos se explica más por
factores culturales que económicos. Tiene que ver con unos valores cada vez más
hedonistas que toleran mal, no ya el sufrimiento físico, sino cualquier
contrariedad en la vida. Habiendo como hay analgésicos eficaces y seguros, es
natural que recurramos a ellos ante el más mínimo dolor. Pero, ¿es razonable
que nos atiborremos de antidepresivos ante el más mínimo malestar psicológico?
No lo es. Los fármacos antidepresivos son seguros y eficaces en los casos de
trastorno depresivo mayor, es decir, en las depresiones endógenas. En cambio,
diferentes estudios han demostrado que no tienen más efecto que el de un
azucarillo a largo plazo en los trastornos del ánimo de tipo reactivo.
No están indicados, por ejemplo, para afrontar una pérdida
o para levantar el ánimo tras una ruptura sentimental, que es para lo que
muchas veces se recetan. En estos casos, un bombón sería mejor para el paladar
y mucho más barato para el erario público, que es el que paga la factura.
A favor del consumo innecesario juega la tendencia,
estimulada por cierta industria farmacéutica, a medicalizar cualquier aspecto
de la vida, incluidos estados de ánimo muy normales como la tristeza, el duelo
o el simple miedo a hablar en público.
No es casualidad que entre los
antidepresivos más recetados figuren la fluoxetina (el famoso Prozac), que se
presentó como la píldora de la felicidad, o la paroxetina
(Serotax), que fue objeto de un lanzamiento planetario en Londres como la
nueva pildora de la timidez. Pero cuidado, porque cuando no está
justificado, el consumo de antidepresivos no sólo no aporta ninguna mejora,
sino que puede provocar apatía y distanciamiento emocional. Y la vida está para
vivirla.
Estic totalment d'acord amb aquest article d'opinió, perquè jo també penso s'abusa de la medicació. Moltes enfermetats poden ser tractades pels psicòlegs, sense prendre cap fàrmac, i és molt interessant el que remarca al final que el consum de pastilles, càpsules, etc pot ser perjudicial quan no està justificat.
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