“La
soledad no es necesariamente mala, pero cuando es negativa te quita años de
vida. ¿Podemos hacer algo para evitar el daño?”
Un sentimiento dañino pero también
ansiado en ciertos momentos, buscado o evitado… La soledad se manifiesta de
maneras diferentes, incluso es una necesidad para algunas mentes, pero, ¿cómo
la sentimos? Ruiz revela que, en su práctica clínica, cerca del 80% de sus pacientes
señalan la soledad entre sus cinco temores principales pero
que, al ser un sentimiento subjetivo, los solitarios tienen distintas maneras
de vivirla. Y eso determina la manera en que se percibe desde fuera.
"Nuestro contexto, nuestra historia vital, nuestras vivencias traumáticas,
qué valoraciones hacemos de esa soledad, cómo se ha gestado, qué tipo de
relaciones tenemos, cómo respondemos ante estas variables… todo esto determina
cómo la vivimos y son indicadores que facilitan, o no, manifestaciones clínicas
como la depresión mayor y el trastorno de ansiedad generalizada", explica.
Pero no es una conclusión nueva para
los científicos. Un estudio de 2016, publicado en la
revista American Journal of Public Health, midió el
impacto del aislamiento social, la soledad y la mortalidad para conocer las
consecuencias de ser una persona solitaria. Los investigadores analizaron una
muestra de casi 9.000 adultos finlandeses a lo largo de 17 años, y concluyeron
que tenían pruebas sólidas para afirmar que el aislamiento del entorno estaba
relacionado con la mortalidad. Los resultados implican que el riesgo de
mortalidad existe a lo largo de un continuo, que afecta no solo a aquellos que
experimentan un aislamiento social extremo, sino también a aquellos que sufren
aislamiento de intensidad leve a moderada. Y cada vez hay más gente sola.
Y en un metaanálisis de
2015, los científicos vieron que el aislamiento social está asociado con un mayor riesgo de
mortalidad temprana, independientemente del género y de la región del mundo que
se estudie. Tanto de este estudio como de un experimento que hizo la BBC se desprende
un dato chocante: las personas que se sienten más solas tienen menos de 65 años
de edad. Según las cifras recogidas por la BBC, procedentes de 55.000 personas,
"el 40% de los jóvenes de 16 a 24 años dijeron que a menudo o muy a menudo
se sentían solos, en comparación con el 27% de los mayores de 75 años".
Asimismo, en un artículo publicado en la revista Harvard Business Review, el cirujano
americano Vivek Murthy escribió que "la soledad y las conexiones sociales
débiles se asocian con una reducción de la vida similar a la causada por fumar
15 cigarrillos por día e incluso mayor que la asociada con la obesidad ".
Soluciones emergentes, y un consejo profesional
"La soledad es quizá uno de los
principales retos de nuestro tiempo", reflexiona el presidente de la Fundación Psicología Sin
Fronteras y vocal del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Guillermo
Fouce. El experto señala como factores desencadenantes de esta soledad la
manera como interaccionamos en el siglo XXI: "El aumento del
individualismo, que cada uno vaya a lo suyo, el miedo al otro y a lo
diferente..." Y propone como una de las posibles soluciones la intervención social para generar
redes de apoyo, ya que este "es, quizá, el factor que
más explica la famosa resiliencia o resistencia ante la adversidad o superación
de las dificultades". En este sentido, ya hay grupos en pequeñas
administraciones y alcaldías en nuestro territorio que trabajan en esta
dirección. A una escala más grande, la primera ministra británica, Theresa May,
anunció el nombramiento de un ministro de la Soledad, el año pasado.
Por su parte, el psicoterapeuta Marc
Ruiz reconoce la complejidad de enumerar soluciones mágicas, ya que dependen
mucho de la particularidad de cada caso, precisamente por la cantidad de
variables que pueden interferir en ese sentirse solo. "¿Hablamos de un chaval del 18 años que sufre bullying y
todos sus iguales se han apartado de él, o hablamos de una mujer viuda de 80
años que únicamente compartía su vida con un marido al que amaba
profundamente?", se pregunta.
Con estos dos ejemplos se pone de
manifiesto lo radicalmente distintos que pueden ser los casos en los que una
persona sufra soledad, y el daño que puede hacer. "Esas diferencias
resultan determinantes a la hora de abordar un caso. Simplemente la edad ya es
un factor determinante. Dicho esto, una recomendación generalista, de las que
no soy muy amigo, sería cuidar mucho la calidad de las relaciones. En vez de acumular amistades
huecas en redes sociales, cuidemos a las personas que están a nuestro
alrededor. Yo, personalmente me muevo mucho en redes
sociales y las personas más importantes para mí, no están ahí dentro",
concluye el experto.
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