sábado, 23 de noviembre de 2019

Claves del apego y su relación con la salud mental (I)

Karemi Rodríguez Batista |   Psico-K   |   para Psyciencia

Durante la primera infancia las experiencias de apego son extremadamente importantes, influirán en los ámbitos más importantes de nuestra vida. Si el apego llega a ser traumático, puede conducirnos a un vínculo desorganizado y, en algunos casos a trastornos graves. Por ello es indispensable la prevención, la educación a futuros padres, e incluso programas de intervención clínica especializada a fin de adquirir un apego seguro lo antes posible. En el siguiente artículo haremos un repaso a la teoría del apego y sus investigaciones más significativas, sus estilos, su influencia en el amor y en la edad adulta, así como su relación con algunas psicopatologías y con la psicoterapia. Esperamos que te sea de gran utilidad.

John Bowlby y la teoría del apego.- La teoría del apego fue desarrollada por el Dr. John Bowlby, psiquiatra y psicoanalista de niños. Esta teoría describe cómo las experiencias tempranas y la relación con la primera figura vincular influyen en el desarrollo del niño.

Su trabajo estuvo muy influenciado por los estudios de Konrad Lorenz (teoría instintiva), donde se constataba como las aves desarrollaban un vínculo muy fuerte con la madre, sin que el alimento estuviera por medio. Sin embargo, quien le impulsó de manera decisiva en la construcción de su teoría fue Harry Harlow con sus experimentos con monos, y su descubrimiento de la necesidad universal de contacto.

El apego empieza con la primera relación que establecemos al nacer, con nuestra madre o con un cuidador principal, que se encargará de responder a nuestras señales o reacciones emocionales. Estos lazos afectivos que se establecen y perduran en el tiempo nos hacen sentir los primeros sentimientos positivos como el afecto, la seguridad, y la confianza, o negativos como el miedo, la inseguridad y el abandono. Es un proceso que sirve de base a todas nuestras relaciones afectivas en la vida y, en general, a todas las relaciones entre miembros de la misma especie. Este vínculo hacia personas significativas nos acompañará toda la vida (Bowlby)

La teoría del apego es considerada uno de los conceptos más revolucionarios acerca del desarrollo infantil de los últimos 60 años, vigente a día de hoy. La gran mayoría de investigaciones actuales apuntan hacia el apego desorganizado o la carencia de éste, así como al vínculo seguro y la capacidad de resiliencia frente a eventos estresantes o de pérdida.

Importancia y clasificación de los estilos de apego en la infancia.- Es a la edad de los 0 a 3 años, cuando desarrollamos al máximo nuestra capacidad cerebral. Se produce una proliferación neuronal y posteriormente una poda neuronal, en la cual las conexiones no usadas desaparecen. Es en este periodo crítico del desarrollo donde se fundamenta nuestro desarrollo cognitivo, psicosocial, emocional, conductual y la capacidad de vinculación afectiva (Banz y Dörr), (Moneta).
Fue la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth, quien gracias a su investigación centrada en los efectos de la separación maternal sobre el desarrollo de la personalidad en los niños, encuentra tres estilos de apego principales, ampliando así la teoría del apego. Posteriormente se añadirá un cuarto.

Hagamos un repaso a los principales estilos de apego. Hay un vínculo o apego seguro cuando el bebé experimenta que su persona de referencia está ahí para atenderle y que no le dejará a la deriva si se escucha su llanto. Construirá un esquema mental sobre las expectativas con el comportamiento de la madre que ayudará a crear su imagen propia. Si la madre atiende poco a las demandas de atención de su bebé, éste se sentirá muy estresado como si supiese que si muestra los sentimientos apropiados de la separación surgirá el rechazo, y por eso controla la expresión de estos sentimientos mostrándose evasivo, así desarrollará un apego inseguro evitativo hacia ella.

El apego inseguro ambivalente se presenta cuando el cuidador del bebé se comporta de manera inestable, es decir, algunas veces acude y otras ignora sus llamadas. El bebé se resiste al contacto pero sí que llega a presentar conductas de búsqueda de proximidad y contacto.

Finalmente, el bebé con apego desorganizado muestra la mayor inseguridad. Al regresar el cuidador puede reaccionar desde golpearle hasta besarle o llorar de manera exagerada. Podría decirse que en base a una actuación negligente del cuidador. Cabe mencionar que según un meta análisis desarrollado en 1999 en la Universidad de Leiden a partir de 80 estudios internacionales, el 15 por ciento de los infantes de familias de clase media presentaban un patrón de apego desorganizado (Gaschler). De los cuatro estilos, éste será el más problemático, sin duda. Además, los niños con apego desorganizado tienen más probabilidades de convertirse en padres que maltratan (Papalia).

También los otros dos estilos de apego inseguro repercuten de manera desfavorable sobre el desarrollo emocional, cognitivo y social del niño, ya que suponen un factor de riesgo de cara a posibles alteraciones de conducta futuras, se ha confirmado la relación entre los trastornos de apego y un mayor riesgo de padecer alguna psicopatología: trastorno de ansiedad, de pánico, depresión o adicción, entre otras muchas (Gaschler).

En definitiva, si desde recién nacidos podemos percibir a nuestro cuidador como una fuente de confort, apoyo y seguridad, más propensos seremos a desarrollar una imagen más positiva no sólo de nosotros mismos, sino de los demás.

Durante la infancia serán nuestros padres serán la principal figura de apego aunque puedan aparecer otras figuras como nuestros hermanos, familiares o amigos. Posteriormente, durante la adolescencia, nuestros amigos irán ganando terreno en la jerarquía de las figuras de apego. En la juventud nuestros amigos y pareja estarán al mismo nivel que los padres, hasta que sea nuestra pareja estable la que se convierta en nuestra figura principal de apego (Lafuente, 1992; López, 1993).

Consecuencias del maltrato en la infancia.- Moneta en su estudio sobre el apego, la resiliencia y la vulnerabilidad a enfermar, nos brinda una serie de conclusiones de gran relevancia respecto al maltrato en la infancia. Observa que en niños asustados, víctimas de maltrato infantil, se colapsan los mecanismos comportamentales a fin de tolerar la frustración y la pérdida de confianza en un cuidador impredecible y aterrador. También observa la presencia de comportamientos agresivos, punitivos y a veces con reversión de roles, siendo pacientes y paternales con sus madres, a menudo enfermas.

Hemos de resaltar que no siempre los problemas de apego, son resultado del abuso o maltrato. De hecho, es muy posible que la mayoría de los problemas de apego se deban más a la ignorancia de los padres que al abuso. Afortunadamente esto puede mejorarse con más y mejor educación pública.

Dependiendo de la naturaleza, duración, intensidad y momento en que ocurrió el maltrato o negligencia varían los problemas específicos que podemos observar. Algunos niños padecerán problemas profundos y evidentes, mientras que otros podrían ser tan leves que sería casi imposible relacionarlos con la negligencia en su vida temprana. Sin embargo, es importante recordar que estos niños han padecido mucho sufrimiento. Existen ciertas áreas que los clínicos experimentados evalúan al trabajar con estos niños, ya que dan cuenta de su situación actual: el estado de su desarrollo, sus hábitos alimenticios, las conductas que utilizan para calmarse, su funcionamiento emocional, el modelaje inapropiado y su comportamiento agresivo (Perry, 1999).

Se confirma así que las repercusiones de las relaciones tempranas madre-hijo dejan huellas a largo plazo en la salud mental del individuo. Si aunamos a esto las actuales investigaciones de las neurociencias en relación al desarrollo del cerebro hasta la adultez, observamos que los cambios en niveles estructurales y comportamentales son notables. La experta en el campo del apego, Moneta, afirma: “Con toda la evidencia acumulada llegamos a una conclusión aún más fuerte acerca de la importancia de los vínculos primarios en el desarrollo del cerebro y su vulnerabilidad a enfermar”.



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