Apego y amor en la edad adulta.- Es mediante el
apego en la infancia y en la adolescencia que adquirimos una confianza o
desconfianza básica, que solo cambia en circunstancias especiales y constantes.
Construimos una especie de código, diferente al social formal y convencional, en el
cual hacemos un uso distinto de la mirada, el tacto, el espacio interpersonal,
las caricias, los abrazos, los fonemas, las palabras, la expresión de las
emociones, etc. Este código sólo lo usaremos entre figuras de apego. Si no
adquirimos desde la infancia un código adecuado en este sentido, podemos tener
dificultades en el proceso de seducción y en las relaciones que requieren
intimidad: no saber mirar, tocar, acariciar, estar cerca, expresar emociones y
no saber ser mirado, etc. (Sánchez).
Como hemos visto, la figura del apego irá mudando a través de los
años. Cabe mencionar que, según Lafuente, al llegar a la senectud (66-85 años)
los hijos junto al cónyuge pueden ser las principales fuentes de
apego. Según Hazan, Zeifman y Melero hay ciertas similitudes en el
proceso de vinculación desde la infancia a la edad adulta y son las siguientes:
- El contacto físico: tanto en las relaciones de apego con nuestro cuidador como en
las de pareja se observan interacciones íntimas únicas y diferentes al
resto (el código que mencionamos anteriormente).
- Los criterios de
selección: nos vinculamos
preferentemente con aquellos que responden a las necesidades propias y que
son agradables, competentes y familiares.
- La reacción ante
la separación: como ya vimos, la
separación con nuestra figura de apego crea mucho estrés y ansiedad,
aunque los adultos podemos gestionar mejor las separaciones.
- Los efectos sobre
la salud física y psicológica: la ruptura de la
relación con la figura de apego nos hace más vulnerables de enfermedad
física y psicológica.
- Estilo de apego
seguro: se asocia con
relaciones confiadas y positivas. Sus características principales son:
mayor autonomía previa, mejor selección de la pareja, mejor
establecimiento del vínculo, ideas más favorables y realistas sobre el
amor, y una mejor elaboración de la ruptura.
- Estilo de apego
ansioso: se asocia a relaciones
dependientes y a una contínua necesidad de confirmación de que se es
amado. Sus características principales son: dificultades con la autonomía,
búsqueda y selección de pareja precipitada, miedo a no ser amado o amada y
a la pérdida, celos más frecuentes, ideas contradictorias sobre el amor,
mayor dificultad para romper una relación e inestabilidad e inseguridad
emocional.
- Estilo de apego
evitativo: tiene que ver con
relaciones desconfiadas y distantes. Sus características son:
pseudo-autonomia emocional, miedo a la intimidad, dificultad para
establecer relaciones, relaciones con poca intimidad, dificultades para
las manifestaciones afectivas, ideas pesimistas sobre el amor, aparente
facilidad para la ruptura, así como inseguridad camuflada.
En una intensa revisión sobre el apego y los trastornos de la personalidad
realizada en 2014 por Fonagy y Lorenzini, encontramos conclusiones muy relevantes, entre ellas que:
- Existe un
gran número de investigaciones acerca de los patrones de apego en personas
que presentan trastornos de la personalidad, principalmente del clúster B.
Se ha demostrado que el apego seguro rara vez se asocia al trastorno de la
personalidad límite o por evitación (Meyer, Pilkonis, Proietti, Heape,
Egan, Westen, cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).
- Los
estudios confirman que un 50-80% de los pacientes con trastorno límite de
la personalidad cumplen los criterios para el estilo ansioso o
desorganizado (Agrawal, Gunderson, Holmes, & Lyons-Ruth, Barone,
cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014). De hecho, es el apego desorganizado el
que más se relaciona con problemas de regulación emocional (Shaw y Vondra,
cit. en Díaz, 2011).
- Los adultos
con apego ansioso son más propensos a trastornos de la personalidad:
histriónico, límite, por evitación y por dependencia, y también son más
sensibles al rechazo y a la ansiedad (Fonagy y Lorenzini, 2014).
- El elemento
más crítico en el desarrollo del apego seguro son las relaciones
vinculares de buena calidad; a su vez, el apego seguro emocional más
que la estimulación intelectual, es crucial para el desarrollo de una
personalidad saludable (Braun y Bock; cit. en
Fonagy y Lorenzini, 2014).
Además, en el metaanálisis más importante acerca de la influencia de los
estilos de apego sobre los resultados psicoterapéuticos en varios diagnósticos
y con intervenciones desde distintas orientaciones, realizado por Levy y sus
colaboradores en 2011, demostró que el apego ansioso tiende a obtener malos
resultados en psicoterapia. Por ejemplo, individuos ansiosos pueden desertar en
respuesta a sentirse demasiado dependientes o cercanos al terapeuta y
tratamiento. Mientras que el apego evitativo parece no tener efecto, y el
apego seguro predice el éxito psicoterapéutico de manera consistente.
El equipo del Doctor Karl Heinz Brisch, ofrece desde el año 2000, una intervención clínica intensiva para jóvenes a partir de los seis años. Los niños pasan varias horas al día con terapeutas especializados. Primero reciben un tratamiento individual, y más tarde se complementa el proceso con una terapia grupal que suele incluir métodos de arteterapia, musicoterapia y terapia de movimiento. Dichos tratamientos ayudan a que el niño exprese sin palabras sentimientos relacionados con traumas de su infancia temprana. Además, Brisch cuenta con seminarios y programas preventivos como El programa SAFE ® y otros que imparte tanto a profesionales como a familiares.
Posteriores estudios realizados por Ortiz, Gómez y Apodaca sobre el apego,
el vínculo y la satisfacción afectivo-sexual en la pareja confirman la utilidad
y vigencia de la teoría del apego al abordar las relaciones afectivas en la
etapa adulta, sosteniendo la idea de Bowlby sobre el papel de la vinculación
temprana en las experiencias afectivas posteriores. Para ellos, el estado del
enamoramiento es lo que hace que dos personas se acerquen con el fin de crear
un vínculo estable, caracterizado por la proximidad, la intimidad y la
necesidad de seguridad en el otro (justamente lo necesario para el vínculo
primordial).
Afirman que los modos de amar están condicionados por los estilos de apego,
y, basándose en los tres principales, los definen con las siguientes
características:
Patologías del apego.- Es sorprendente constatar cómo son
cada vez más los profesionales que incorporan es su consulta instrumentos que
les permitan evaluar el apego, como la Escala de Massie y
Campbell o el Parental Bonding Instrument (Moneta).
Sin embargo, para la evaluación de la organización del apego en jóvenes y
adultos, el instrumento de referencia ha sido el Adult Attachment
Interview (AAI), que consta de un conjunto de ítems que abordan los
principales temas de apego acorde a la teoría de Bowlby. Se le pregunta al
paciente sobre el comportamiento de sus figuras parentales y la suya en situaciones
específicas tales como dificultades personales, separaciones, experiencias de
rechazo y amenazas de abandono por dichas figuras, enfermedades y accidentes,
castigos y malos tratos y .pérdidas de personas significativas. El objetivo
final es evaluar la seguridad del modelo dinámico del apego, es decir, la
seguridad del Self en relación al apego (Soares y Dias).
La relación entre el apego y la salud o patología mental se viene
estudiando desde hace mucho tiempo. Está claro que las relaciones de apego
tempranas son decisivas para la adquisición de las capacidad de control
atencional, regulación afectiva, mentalización, y del sentido de
autonomía del infante (Fonagy y Lorenzini).
En otro estudio realizado por Reiss y sus colaboradores se
pudo demostrar que el nivel de actitud negativa de los padres frente al hijo
predice comportamientos antisociales y síntomas depresivos al margen de la
predisposición genética. Tengamos en cuenta que muchas de las conductas
disruptivas que utiliza el niño (rabietas, conductas desafiantes o agresivas)
son estrategias de acercamiento a su figura de apego, y son precursoras de
trastornos de la conducta (Díaz).
En conclusión, la teoría del apego representa un modelo con claras
repercusiones para nuestra salud. Es el sistema de apego (integrado por
componentes afectivo-cognitivos, motivacionales y conductuales) que al
permitir una evaluación constante de la situación, de nuestra figura de apego,
y de nosotros mismos en relación a ella como merecedores o no de
cuidados, adquiere una importante función organizacional de nuestra
dinámica y la de los demás (Yárnoz).
Psicoterapia y apego.- Según la ya mencionada revisión de
Fonagy y Lorenzini en 2014, son tres las intervenciones terapéuticas más
relevantes en relación con el apego y con evidencia científica: el Tratamiento
Basado en la Mentalización, la Psicoterapia Centrada en la Transferencia y la
Terapia de Esquemas. De hecho, en un ensayo controlado aleatorio sobre la
Psicoterapia Centrada en la Transferencia (TFP), la Terapia Conductual
Dialéctica (DBT) y la Terapia de Apoyo, sólo la TFP logró un cambio
positivo en los estilos de apego (Levy; cit. en Fonagy y Lorenzini, 2014).
Conclusiones.- Hoy día la teoría del apego nos permite afirmar que un
apego seguro con un cuidador estable y continuo, puede asegurar un adecuado
desarrollo cognitivo y mental del niño que llegará a ser adulto, aun tomando en
cuenta riesgos genéticos. Es por ello que es de vital importancia para los
profesionales de la salud la observación del vínculo primario, incluso desde
que una madre presenta al médico pediatra a su bebé (probablemente factor
suficiente para empezar a diagnosticar un vínculo sano o defectuoso) a fin de
poder asesorar, prevenir o intervenir lo más temprano posible.
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