OSCAR CASTILLERO MIMENZA | Psicología y Mente
¿Por
qué hay personas que sufren alucinaciones? ¿Qué ocurre en sus cerebros?
La percepción es el proceso mediante el cual los seres vivos
captan la información proveniente del entorno con el fin de procesarla y
adquirir conocimiento sobre este, pudiendo adaptarnos a las situaciones que
vivimos.
Sin embargo, en muchos
casos, haya o no un trastorno
mental, se producen
percepciones que no se corresponden con la realidad, pudiendo agruparse estas
alteraciones perceptivas en distorsiones o engaños, principalmente.
Mientras que en las
distorsiones perceptivas se percibe de manera anómala un estímulo real, en los
engaños perceptivos no hay un estímulo que desencadene el proceso
perceptivo. El ejemplo más claro de
éste último tipo de alteración perceptiva son las alucinaciones.
Alucinaciones: definiendo
el concepto
El concepto que acabamos
de mencionar, alucinación,
ha ido evolucionando a la largo de la historia y enriqueciéndose su descripción
con el paso de los años. Se puede considerar la alucinación como una percepción que ocurre en
ausencia de un estímulo que lo desencadene, teniendo quien la padece la sensación de que ésta es
real y que ocurre sin que el sujeto pueda controlarla (siendo esta
característica compartida con obsesiones, delirios y algunas ilusiones).
A pesar de que generalmente son indicadores de
trastorno mental (siendo un criterio diagnóstico de la esquizofrenia y pudiendo aparecer en otros trastornos, como
durante los episodios maníacos o durante depresiones), las alucinaciones también pueden aparecer un muchos
otros casos, como trastornos neurológicos, consumo de sustancias, epilepsia,
tumores e incluso en situaciones no patológicas de elevada ansiedad o estrés (en forma de paroxismo nervioso por el objeto de
nuestra ansiedad, por ejemplo).
Veamos a continuación un
ejemplo que nos ayude a entender qué es una alucinación
“Un joven llega a la
consulta de un psicólogo. Allí, indica a su psicólogo que ha acudido a él
porque tiene mucho miedo. Inicialmente se muestra reticente a hablar con el
profesional, pero a lo largo de la entrevista confiesa que el motivo de estar
en su consulta se halla en que cada vez que se mira al espejo oye una voz que
habla con él, insultándole, diciendo que no llegará a nada en la vida y
manifestando que debería desaparecer”.
Este ejemplo es un caso
ficticio en el que el supuesto paciente ha percibido un estímulo que realmente
no existe a partir de una situación concreta (mirarse al espejo). El joven realmente ha tenido esa
percepción, siendo para él un fenómeno muy real que no puede dirigir ni
controlar. De este modo, podemos considerar
que tiene todas las características antes mencionadas.
Sin embargo, no todas las
alucinaciones son siempre iguales. Existe una amplia variedad de tipologías y
clasificaciones, entre las cuales destaca la que se refiere a la modalidad sensorial
en la que aparecen. Además, no todas aparecen en las mismas condiciones,
habiendo también múltiples variantes de la experiencia alucinatoria.
Si clasificamos la
experiencia alucinatoria según la modalidad sensorial en la que aparecen, podemos
encontrarnos con varias categorías.
En primer lugar se pueden
encontrar las alucinaciones
visuales, percibidas a través del
sentido de la vista. En este caso el sujeto ve algo que no existe en la
realidad. Estos estímulos pueden ser muy simples, como por ejemplo destellos o
luces. Sin embargo, pueden verse elementos más complejos, como personajes,
seres animados o escenas vívidas.
Es posible que se
visualicen estos elementos con medidas diferentes a las que serían percibidas
de ser estos estímulos reales, denominándose alucinaciones liliputienses en el
caso de percepciones de menor tamaño y gulliverianas en el caso de verlas
agrandadas. Dentro de las alucinaciones visuales también se encuentra la
autoscopia, en la que un sujeto se ve a sí mismo desde el exterior de su
cuerpo, de una forma semejante a la relatada por pacientes con experiencias
cercanas a la muerte.
Las alucinaciones
visuales son especialmente frecuentes en cuadros orgánicos, traumatismos y
consumo de sustancias, si bien también aparecen en ciertos trastornos mentales.
Respecto a las alucinaciones auditivas, en que el perceptor oye algo irreal, pueden ser
simples ruidos o bien elementos con significado completo como el habla
humana.
Los ejemplos más claros
son las alucinaciones en segunda persona, en la que como en el ejemplo antes
relatado una voz habla al sujeto, las alucinaciones en tercera persona en que se oyen voces que hablan
del propio individuo entre ellas o las alucinaciones imperativas, en las que el
individuo oye voces que le ordenan hacer o dejar de hacer algo. Las alucinaciones de esta modalidad
sensorial son las más frecuentes en trastornos mentales, especialmente en la esquizofrenia paranoide.
En lo que respecta a los
sentidos del gusto y olfato, las alucinaciones en estos sentidos son poco frecuentes y suelen relacionarse con el consumo de drogas u otras
sustancias, además de algunos trastornos neurológicos como la epilepsia de
lóbulo temporal, o incluso en tumores. También aparecen en esquizofrenia,
normalmente relacionadas con delirios de envenenamiento o persecución.
Las alucinaciones hápticas son aquellas que hacen referencia al sentido del
tacto. Esta tipología incluye gran cantidad de sensaciones, tales como las de
temperatura, dolor u hormigueo (siendo éstas últimas denominadas parestesias, y
destacando entre ellas un subtipo denominado delirio dermatozoico en el cual se
tiene la sensación de tener pequeños animales en el cuerpo, siendo típico de
consumo de sustancias como la cocaína).
Al margen de éstas,
relacionadas con los sentidos, se pueden identificar dos subtipos más.- En primer lugar las alucinaciones cenestésicas o
somáticas, que provocan sensaciones percibidas respecto a los propios
órganos, normalmente vinculados con procesos delirantes extraños.
En segundo y último lugar
las alucinaciones cinestésicas o kinésicas se refieren a sensaciones de
movimiento del propio cuerpo que no son producidos en la realidad, siendo
típico de los pacientes de Parkinson y del consumo de sustancias.
Como ya se ha comentado,
al margen de por donde son percibidas también resulta útil conocer cómo son
percibidas. En este sentido nos encontramos con diferentes opciones.
Las denominadas alucinaciones
funcionales se desatan ante la presencia de un estímulo que desencadena
otro, esta vez alucinatorio, en la misma modalidad sensorial. Esta alucinación se produce, empieza y acaba a la
vez que el estímulo que la origina. Un ejemplo sería la percepción de alguien
que percibe la sintonía del telediario cada vez que oye el ruido del tráfico.
El mismo fenómeno ocurre
en la alucinación refleja, solo que en esta ocasión la percepción irreal se da
en una modalidad sensorial diferente. Es el caso que se da en el ejemplo antes
expuesto.
La alucinación extracampina se da en los casos en que la falsa percepción se
da fuera del campo perceptivo del individuo. Es decir, se percibe algo más allá
de lo que podría percibirse. Un ejemplo es ver a alguien detrás de una pared,
sin otros datos que pudiesen hacer pensar de su existencia.
Otra modalidad de
alucinación es la ausencia de percepción de algo que existe, denominada alucinación negativa. Sin
embargo en este caso el comportamiento de los pacientes no se ve influido como
si percibiesen que no hay nada, de modo que en muchos casos se ha llegado a
dudar de que haya una verdadera falta de percepción. Un ejemplo es la autoscopia negativa, en la que la persona no se percibe a si misma al
mirarse a un espejo.
Por último, cabe destacar
la existencia de pseudoalucinaciones. Se trata de percepciones con las mismas
características que las alucinaciones con la excepción de que el sujeto es
consciente de que se trata de elementos irreales.
Hemos podido ver algunas
de las principales modalidades y tipos de alucinaciones pero, ¿por qué se producen?
Si bien no hay una única
explicación al respecto, diversos autores han tratado de arrojar luz sobre este
tipo de fenómenos, siendo algunas de las más aceptadas aquellas que consideran
que el sujeto que alucina
atribuye erróneamente sus experiencias internas a factores externos.
Ejemplo de ello es la
teoría de la discriminación metacognitiva de Slade y Bentall, según la cual el
fenómeno alucinatorio se basa en la incapacidad de distinguir la percepción
real de la imaginaria. Estos autores consideran que esta capacidad de
distinción, la cual se crea y es posible de modificar a través del aprendizaje,
puede deberse a un exceso de activación por estrés, falta o exceso de
estimulación ambiental, una alta sugestionabilidad, la presencia de
expectativas en cuanto a qué se va a percibir, entre otras opciones.
Otro ejemplo, centrado en
las alucinaciones de tipo auditivo, es la teoría de la subvocalización de Hoffman, la cual indica que estas alucinaciones son la
percepción del sujeto de la propia habla subvocal (es decir, nuestra voz
interna) como algo ajeno a sí mismo (teoría que ha generado terapias para
tratar las alucinaciones auditivas con cierta efectividad). Sin embargo,
Hoffman consideraba que éste hecho no era debido a una falta de discriminación,
sino a la generación de actos discursivos internos involuntarios.
Así, las alucinaciones
son formas de "leer" la realidad de forma errónea, como si existiesen
elementos que realmente están ahí aunque nuestros sentidos parezcan indicar lo
contrario. Sin embargo, en el caso de las alucinaciones nuestros órganos
sensoriales funcionan perfectamente, lo que cambia es el modo en el que nuestro cerebro
procesa la información que
llega. Normalmente, esto significa que nuestros recuerdos se mezclan con los
datos sensoriales de un modo anómalo, uniendo estímulos visuales experimentados
anteriormente a lo que va sucediendo a nuestro alrededor.
Por ejemplo, esto es lo
que ocurre cuando pasamos mucho tiempo a oscuras o con los ojos vendados de
modo que nuestros ojos no registrar nada; el cerebro empieza a inventar cosas a
causa de la anomalía que supone no recibir datos por esa vía sensorial estando despiertos.
El cerebro que crea un
entorno imaginario.- La existencia de las
alucinaciones nos recuerda que no nos limitamos a registrar datos acerca de lo
que ocurre a nuestro alrededor, sino que nuestro sistema nervioso cuenta con
los mecanismos para "construir" escenas que nos cuentan qué es lo que
ocurre a nuestro alrededor. Algunas enfermedades pueden llegar a desencadenar
alucinaciones de modo incontrolado, pero estas forman parte de nuestro día a
día, aunque no nos demos cuenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario