ENTREVISTA | Andrés Lozano.
María Valerio | Madrid | El Mundo | 25/06/2013.
Andrés Lozano es uno de los pioneros
mundiales en el uso de la estimulación cerebral profunda para tratar distintas
patologías neurológicas y psiquiátricas. Aunque nació en Sevilla, cuando tenía
tan sólo tres años se trasladó con su familia a Canadá. Ya son 50 años los que
lleva viviendo allí y actualmente es responsable del departamento de
Neurocirugía de la Universidad de Toronto. Después de tantos años dedicándose a
la neurocirugía, a este científico le siguen fascinando los misterios del
cerebro, muchos de los que va conociendo gracias a las nuevas técnicas de
investigación.
¿En qué confía más para seguir ampliando
el conocimiento del cerebro, en las pruebas de imagen, en la genética...?
Muchas veces los grandes descubrimientos
han sido una cuestión de azar. Por ejemplo, una vez, tratando con electrodos a
un paciente con obesidad, encontramos una región capaz de mejorar su memoria.
Cuando vas a un sitio nuevo del cerebro, se revelan nuevos circuitos neuronales
y puedes descubrir cosas que nunca imaginaste.
¿Dónde está el límite de la estimulación
cerebral? ¿Podremos tratar cualquier cosa con electrodos?
Todas las enfermedades psiquiátricas y
neuronales tienen una base de circuitos cerebrales alterados; pero también lo
tienen la memoria, la alegría, la tristeza, la inteligencia... Por ejemplo, ya
tenemos dos voluntarios dispuestos a que les pongamos electrodos para mejorar
su memoria. Eso no es ético hoy por hoy, pero es algo que la sociedad se va a tener que plantear; esa especie de 'neurocirugía
cosmética'. Los implantes de pecho, por ejemplo, estaban reservados hace unos años
para casos de cáncer, mientras que ahora es una cirugía muy común. Las cosas
cambian con el tiempo y en el caso del cerebro tendremos que afrontar ese
debate en el futuro.
¿Ha avanzado mucho el conocimiento del
cerebro? ¿Cuánto nos queda por conocer?
Aún no conocemos cómo funciona la
memoria, cuál es la base anatómica de la conciencia, cómo se puede grabar
información en el cerebro... Todavía hay cosas completamente misteriosas,
muchas regiones del cerebro que no sabemos exactamente qué están haciendo, por
qué se han desarrollado tanto en el ser humano en comparación con los animales,
dónde residen las funciones más desarrolladas, como la empatía, la ambición, la
justicia...
¿Cómo reaccionan los pacientes antes de
que empiece a operar su cerebro?
Hay que tener en cuenta que hacemos
cirugías para patologías ya bien establecidas, como el Parkinson [con 100.000
pacientes ya tratados en todo el mundo]. Cuando vamos a nuevas dianas, operamos
a pacientes que han probado sin éxito todo tipo de tratamientos, que tienen
enfermedades resistentes a las terapias convencionales, y están al borde de la
muerte. Son muy valientes cuando aceptan ser los primeros en el mundo a quienes
colocamos electrodos con una nueva finalidad.
Después de 50 años viviendo en Canadá,
¿qué relación mantiene con España?
Tenemos varias colaboraciones en España
y hay médicos españoles que vienen a Toronto a formarse en la técnica de la
estimulación cerebral profunda; y esta cirugía ya se usa de rutina en
hospitales españoles para tratar el Parkinson. En cambio, su uso en patologías
psiquiátricas, como la depresión, está menos extendido aquí.
¿Cómo se ve la crisis desde Toronto?
La crisis en España es bastante
preocupante porque la investigación no está avanzanado al ritmo que uno
quisiera por falta de recursos. Pero yo creo que hay que invertir en esto por
varias razones, y una de ellas es económica. Por ejemplo, si usted tiene a un
paciente de 30 años con depresión, metido en su casa sin salir, cobrando una
pensión, le está costando dinero al gobierno. En cambio, si con los electrodos
logras convertir a esta persona en alguien que está trabajando y pagando
impuestos... yo creo que incluso desde el punto de vista económico, hay que
invertir en ciencia.
¿Hubiese podido usted hacer en España lo
que hace en Canadá?
No sé si todo lo que hago lo hubiese podido hacer, pero la curiosidad es
algo intrínseco, y supongo que la hubiese tenido en cualquier sitio. En España
hay científicos fantásticos.
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