PSIQUIATRÍA | Nuevo
manual
Cristina G. Lucio | Madrid | El Mundo | 28/05/2013
Era uno de los manuales más esperados de los últimos
años, y quizás por eso, el DSM-V, la
denominada 'biblia' de la psiquiatría en EEUU, no ha cumplido con todas las
expectativas. Antes de llegar a las librerías, esta actualización de la clasificación
de las patologías mentales ya nadaba en la polémica. Y su publicación
no ha hecho más que aumentar la controversia.
Pero no todo han sido varapalos. También hay voces que alaban algunas de
las novedades de la guía, como la inclusión en el campo de la psiquiatría
infantil de la 'desregulación disruptiva del estado de ánimo'.
Una de esas voces es la de Josefina Castro, jefa de servicio de Psiquiatría
Infantil y Juvenil del Hospital Clínic de Barcelona, quien considera que la
nueva categoría "podría ayudar a poner nombre" a un trastorno
que hasta ahora se diluía entre diferentes diagnósticos en las
consultas.
Los niños que sufren este problema, explica, padecen constantes episodios
de irritabilidad, rabietas desproporcionadas y una escasa tolerancia a la
frustración sin que esto se corresponda con su etapa de desarrollo evolutivo.
"No estamos hablando de los berrinches habituales entre los más
pequeños", advierte la especialista. "Es mucho más que eso. No
son simples rabietas ni les pasa a niños que tienen entre dos o tres
años", apunta, por su parte, Antonio Pelaz, especialista en Psiquiatría
Infantil del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid.
"Aparentemente, son chicos que están enfadados casi constantemente,
pero lo que subyace es mucha angustia. Son personas que no son capaces de
gestionar bien sus emociones y las canalizan en forma de furia", añade.
Mejorar el
diagnóstico
Para Arancha Ortiz, especialista en Psiquiatría del Niño y el Adolescente
del Hospital Universitario La Paz de Madrid, la nueva etiqueta podría ser muy
útil para mejorar el abordaje de distintos trastornos de la psiquiatría
infantil. "No es que se esté creando una nueva enfermedad, es que estamos
poniendo nombre común a niños que a lo mejor antes clasificábamos con
trastornos del ánimo, depresión, trastornos de la conducta...", aclara.
Coinciden con su punto de vista Pelaz y Castro, quien subraya que "las
clasificaciones no son malas. Ayudan a mejorar el diagnóstico y son útiles,
incluso si en la próxima revisión la investigación demuestra que hay que volver
a cambiarlas", remarca.
Ninguno de los especialistas consultados por ELMUNDO.es considera que
definir nuevas categorías de diagnóstico contribuya a una mayor
"psiquiatrización de la infancia".
"Que exista la etiqueta no implica nada. Solamente es una
herramienta que nos sirve a los especialistas. Y somos nosotros los
que, en función de distintas evaluaciones, analizamos si existe o no un
trastorno", subrayan.
El diagnóstico, añaden, no se hace en 10 minutos. "Tenemos que hablar
con el niño, preguntarle, jugar o dibujar con él si todavía no sabe hablar.
Además, tenemos una entrevista con los padres para ver que no se trata de un
problema de estilos educativos, también nos relacionamos con el entorno
educativo, le preguntamos al tutor del niño...", aclara Ortiz.
Eso sí, es fundamental que para llegar a un diagnóstico adecuado, quien
atienda al niño sea un especialista en psiquiatría infantil, remarcan.
Aunque Bernat Soria ya anunció en 2009 -durante su mandato como ministro de
Sanidad- la "próxima creación" de esta
especialidad médica, lo cierto es que la certificación oficial no acaba de
llegar, pese a las constantes reclamaciones de los psiquiatras, que deben
formarse en el extranjero.
"Consideramos que la especialidad es clave para garantizar una
atención adecuada y evitar precisamente que se sobrediagnostiquen determinados
trastornos o que se minusvaloren otros", concluye Castro.
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