VICENTE RUBIO
LARROSA. Jefe del Servicio de Psiquiatría. Unidad de
Trastornos de la Personalidad. Hospital Ntra. Sra. de Gracia. Zaragoza. | Infocop
online
El trastorno límite de la personalidad (TLP) o borderline es conocido como
un cuadro clínico abigarrado con una gran cantidad de matices sintomáticos que
lo convierte en una de las “bestias negras” de nuestra práctica clínica diaria.
En los últimos años hemos pasado de una casi inexistencia diagnóstica del
mismo a una autentica inflación de casos, diagnosticando como tal otras
entidades clínicas por no decir otras situaciones que no son, en si mismas,
patológicas como niños consentidos, maleducados, psicópatas que no son
trastorno de personalidad y todo aquella situación que aparece en nuestras
consultas y que no sabemos filiar en el concreto espacio de lo categorial.
Lógicamente que lleguemos a esta situación nos ayuda la falta de un cuerpo
teórico que dé una respuesta ecléctica y satisfactoria a todo lo que son los
trastornos de personalidad, ya que nos debatimos ambivalentemente entre una
escueta concreción categorial y una prolija, cuantiosa, diversa y confusa
dispersión dimensional, además los instrumentos diagnósticos, admitiendo su
mejora, al ser subsidiarios de una u otra clasificación no solventan nuestras
dudas, siendo sabido por todos que un psicodiagnóstico mediante cualquiera de
los instrumentos existentes o es ininteligible o tiene escasa aplicación práctica
o nos da un elenco de posibilidades diagnósticas por medio del cual etiquetamos
al paciente con varios trastornos de personalidad, quedándonos tan tranquilos
al decirnos que hay una gran comorbilidad intra eje II o todavía más
tranquilos, si cabe, adjudicando al paciente la tranquilizadora (para nosotros)
etiqueta de “trastorno de personalidad no especificado”. Seamos sinceros a mi
todo esto no me cuela.
Si nos acogemos, casi por obligación, a la clasificación DSM, tenemos que
admitir que esta ha servido de utilidad como unificadora de criterios, facilita
un mismo lenguaje, pero en el caso de los TP existe poca concreción, hay un
gran solapamiento sintomático entre los diversos TP, genera muchos falsos
positivos y además, considero, que es empobrecedor pues ignora la riqueza
psicopatológica que presenta este trastorno, en definitiva resumiría que si se
quiere entender y abordar clínicamente el trastorno límite de la personalidad
no nos podemos quedar en lo categorial.
Existe un lógico y polémico debate entre la biogenia o psicogenia del
trastorno límite de la personalidad, son muy numerosos los estudios que abogan
por una u otra opción, de cualquier manera defender como única la existencia de
una u otra es absurdo y además científicamente insostenible, es evidente que la
génesis del trastorno límite es una aglutinación de diversos factores y
circunstancias genéticas, bioquímicas, neurofisiológicas y también aprendidas,
trasmitidas y moduladas de una forma dinámica desde la infancia a la etapa
adulta, no siendo desdeñable una vulnerabilidad en el sujeto que padece
trastorno límite de la personalidad.
En la Tabla 1 diseccionamos los 9 criterios diagnósticos del trastorno
límite de personalidad según el DSM IV-TR en sustrato de predominancia
psicosocial o de predominancia biológica, pudiendo apreciar como hay más
criterios psicosociales que biológicos, pero en definitiva todos ellos llevan a
lo que quizá más complica la existencia de un paciente TLP; la complicación o
dificultad de relación con los demás e incluso consigo mismo, que es lo mismo
que “un patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la
autoimagen y la afectividad”.
Tabla 1
Sustrato psicosocial
• Esfuerzos en evitar abandono (1)
• Relaciones interpersonales inestables e intensas con alternancia entre idealización y devaluación (2)
• Alteración identidad. (3)
• Inestabilidad afectiva debido a una gran reactividad. (6)
• Sentimientos crónicos de vacío.(7)
• Ideas paranoides o síntomas disociativos transitorios relacionados con el estrés. (9).
• Relaciones interpersonales inestables e intensas con alternancia entre idealización y devaluación (2)
• Alteración identidad. (3)
• Inestabilidad afectiva debido a una gran reactividad. (6)
• Sentimientos crónicos de vacío.(7)
• Ideas paranoides o síntomas disociativos transitorios relacionados con el estrés. (9).
Todos estos criterios dificultan la relación con los demás y consigo
mismos.
Sustrato biológico
• Impulsividad. ¿siempre?, ¿por qué lo más habitual es que se presente en
su casa o en un entorno conocido?. (4)
• Conducta o ideación suicida y/o automutilante. (5)
• Ira inapropiada (8)
• Observación: los fármacos antiimpulsívos no actúan cuando estas conductas son utilizadas como chantaje o manipulación.
• Conducta o ideación suicida y/o automutilante. (5)
• Ira inapropiada (8)
• Observación: los fármacos antiimpulsívos no actúan cuando estas conductas son utilizadas como chantaje o manipulación.
Todos estos criterios complican o impiden la relación con los demás o
consigo mismos.
Consecuentemente nos podríamos plantear varias dudas: ¿Los criterios
diagnósticos del DSM son los únicos síntomas que presenta un TLP?, ¿El
trastorno límite de la personalidad es un trastorno de las relaciones
interpersonales?, ¿podríamos denominar al trastorno límite de la personalidad
"trastorno relacional de la personalidad"?, ¿Con ellos?, ¿Consigo
mismos?. Queda para debate.
Lo cierto es que cuando tenemos delante a un paciente con TLP vemos,
notamos y sentimos que los criterios DSM se nos quedan cortos, el paciente nos
desborda con una auténtica catarata de sensaciones y sentimientos mucho más
ricos e ilustrativos que los criterios diagnósticos, podríamos decir que son
unos síntomas que están "escondidos" y "ocultos", no porque
no sepamos que están y existen sino porque no son "oficiales" ya que
no nos aparecen en las clasificaciones y evidentemente el ignorarlos nos
condiciona el abordaje terapéutico del paciente.
Nuestra práctica clínica en la Unidad de Trastornos de la Personalidad del
Servicio de Psiquiatría del Hospital Ntra. Sra. de Gracia de Zaragoza y los
muchos años dedicado a esta patología nos ha facilitado la realización de un
catálogo de síntomas “escondidos” que presentan los pacientes TLP, su búsqueda
y su identificación nos van a aportar una serie de recursos hacia donde
orientar nuestros objetivos terapéuticos, estos síntomas los agrupamos según
creemos que condicionan su relación consigo mismos o con los demás.
Ayer publiqué la 3ª parte de este artículo, pero aunque no guarde el orden debido, al leer el Apartado I y II he decidido también ponerlos en el blog. Disculpad el desorden.
ResponderEliminar