S.F. | ABC
| Madrid |
20/05/2020
Ansiedad, fatiga mental, culpa e insomnio son las
consecuencias que sufren las madres que teletrabajan durante el confinamiento,
que padecen «mayor impacto psicológico» que los hombres y soportan aún más el
peso de las tareas del hogar y del cuidado de los niños con la sensación
perpetua de «no hacer nada al 100 %».
Sonia Reverter, doctora en Filosofía de la Universitat Jaume I de Castellón
y miembro del Grupo de Investigación de Estudios Feministas y de Género, ha
explicado a EFE que «la división sexual del trabajo en el confinamiento es más
dura» en estos momentos.
Para Reverter, «dentro de casa hay
poca conciencia de participación por parte de los hombres -que generalmente
realizan dos terceras partes de las labores del hogar- y ahora, ya trabajen en
casa o fuera, estos patrones de dedicación se han hecho más duros».
El teletrabajo para las mujeres
«no es la solución sin un cambio cultural grande» y en estos momentos, desde
que se decretó el estado de alarma, «solo hemos ido hacia atrás» en materia de
conciliación y reparto de las tareas.
Las madres se sienten
incomprendidas, ven un abismo entre las expectativas que se «venden»
del teletrabajo y la realidad. «Es un reto»; «la carga mental
es insoportable»; «solo lo entendemos las que lo estamos pasando»; «querer
estar a todo y tener la sensación de no llegar a nada»; «sentir que no das
calidad ni en lo doméstico ni en lo laboral», todo con la sensación de culpa siempre detrás.
Por su parte, la terapeuta de
gestión emocional Gracia Vinagre indica que el confinamiento se está alargando
y «es la madre la que sigue teniendo la carga y la preocupación de que los hijos
puedan seguir el hilo de las clases», y para ello «intenta hacer malabares» y
tiene siempre su atención dividida.
Incluso aunque el padre trabaje en
casa, señala la psicóloga, «ella está más alerta de lo que pasa a nivel
familiar» y adapta su trabajo a los horarios de sueño de los niños y al del
trabajo del padre.
Pese a todos los esfuerzos, añade
Vinagre, «tiene un sentimiento de culpa por no cumplir los objetivos laborables
que la hacen trabajar más horas y dormir menos», lo que está generando cuadros
de ansiedad y problemas de sueño ya que «incluso sus ciclos biológicos se ven
modificados».
A estas circunstancias se suma el
agravante de que no
hay posibilidad de contar con ayuda externa, ya que aquellas
que tenían un pilar en los abuelos u otros familiares ahora no pueden contar
con ellos, y tampoco con los servicios de ayuda en la limpieza de la casa, en
un momento en el que a causa de la COVID-19 las exigencias higiénico-sanitarias
se han incrementado.
«El exceso de responsabilidad que
se les inculca a las mujeres tradicionalmente hace que el bienestar de su
familia esté constantemente en la balanza y eso supone mucho estrés», añade la
terapeuta, que nos lleva de nuevo «a esos cuadros de trastornos emocionales
agudizados estos días».
Un estudio de la UNED sobre el
estado de ánimo durante el confinamiento en España revela que uno de cada tres
consultados está pasando por cuadros de ansiedad, depresión o problemas del
sueño, y de estos, el 70 % corresponde a mujeres.
Vinagre ha indicado que a esta
carga mental se suma el hecho de no saber hasta cuándo se permitirá el
teletrabajo o qué se podrá hacer con los hijos en verano. Gracia Vinagre aboga por «bajar los niveles de autoexigencia» en este
contexto, ya que «no podemos sentirnos mal porque vean la tablet o coman
chocolate», porque «todos tenemos que adaptarnos a esta situación», de la que,
apostilla, «saldremos y todo mejorará».
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