"La resiliencia construye futuros
posibles sobre la esperanza humana y la consecución de la felicidad ante los
sufrimientos, los traumas y el dolor padecido".
Anna Forés es Profesora de la Escuelas
Universitarias de Trabajo Social y Educación Social Pere
Tarrés. Universidad Ramón Llul. | Revista Misión Joven. No. 377 – 2008
El sentido del sin sentido.
Cada sociedad, cada persona está
comprometida con la empresa, nunca acabada, de construir un mundo con
significación, de construir todo aquello que proporciona orden y sentido, de
configurar un área que proporcione el sentido suficiente a cada persona
integrante para defenderse contra el terror: la muerte, el sufrimiento, el mal,
la inseguridad.
Es necesario dar razones del
sufrimiento, de la muerte, del mal... Cualquier amenaza o adversidad ha de ser
vivida pero también explicada, es así cuando nos proporcionan sentido. Son
aquel conjunto de representaciones, actitudes y sentimientos que la sociedad
suministra a cualquier persona para salir de los callejones sin salida donde,
con gran frecuencia, nos conducen los azarosos caminos de la vida.
Esta actividad de dotación de sentido a
la vida no es algo que se pueda disponer individualmente, sino que se
constituye en la comunicación; es decir, mediante la comunidad, como por
ejemplo la familia, donde nos criamos y nos desarrollamos. Toda comunidad de
vida presupone la existencia de una mínima comunidad de sentido.
El medio más seguro para torturar una
persona es desesperarla afirmando que «aquí no hay porqués».. En muchas guerras
se consigue incrementar el odio cuando a las personas se les quita el aspecto
humano y se les trata como cosas o animales, cuando en vez de ver personas
vemos ratas, o cucarachas parece menos horroroso atacarles o aniquilarlos.
Francesc Torralba en su libro sobre el
sentido de la vida nos dice: «para dotar de sentido la vida, no hace falta
tener muchas interacciones, ni conocer muchas personas, ni disfrutar de una
gran vida social. Lo único que hace falta es profundizar en los vínculos, ir al
fondo y darse cuenta de los misterios que esconde el otro y que, solamente, si
se exploran con delicadeza, querrá mostrarlos. No es la cantidad de relaciones
lo que da sentido a la vida, sino la calidad de vínculos, la exquisitez del
trato que somos capaces de dispensar.» Para poder tener vínculos de calidad,
para poder ayudar a una persona que esté viviendo un momento agonizante y
traumático, es necesario hacerlo resurgir al mundo de los seres vivos. Y esto
no es posible si no hay un proceso de construcción de sentido. Entonces sí que
hay porqués.
Cuando hay la capacidad de traducir en
palabras, en representaciones verbales susceptibles de ser compartidas, las
imágenes y emociones experimentadas; cuando posibilitamos otorgar sentido a
todo, las volvemos a integrar a nuestra comunidad de vida, les conferimos
humanidad. Esta construcción de sentido permite recuperar el sentimiento de
pertenencia a un grupo que ampara las mismas palabras, las mismas imágenes y
las mismas explicaciones. ¿Podré algún día ser feliz a pesar de todo lo que me
ha pasado? Sí, por supuesto.
"La resiliencia se edifica sobre
este otorgamiento de sentido". Dar un sentido a la vida constituye un
elemento esencial que permite a la persona que ha padecido una agresión
sobreponerse a sus dificultades.
Cuando la búsqueda de sentido tiene un
desenlace favorable, entonces, la persona herida puede avanzar en su proceso de
transformación. Al contrario, si esta búsqueda continúa indefinidamente sin
respuesta, sólo encontraremos una herida que nunca cicatrizará: la sensación de
desasosiego y el dolor persistirá por mucho tiempo.
Víktor Frankl es un claro
ejemplo de persona resiliente. Víktor nació en Viena en el marco de una familia
judía. En el otoño de 1942 fue apresado por el régimen nazi juntamente con su
esposa y sus padres. Fue deportado al campo de concentración de
Theresienstdten. En 1944 fue trasladado a Auschwitz y Dachau. Sobrevivió a ese
horror al ser liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano.
Su esposa y sus padres murieron en los campos de concentración.
Después de su liberación vuelve a Viena
y escribe su famoso libro El hombre en búsqueda de sentido donde
describe su vida como prisionero. En esta obra reconoce que, incluso, en las
condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el ser humano puede
encontrar un sentido a su existencia. Más aún, en los campos de concentración,
quien perdía el sentido de la vida tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Si
conoces el porqué de la vida, puedes soportar todos los «cómos» a los cuales
estarás sometido. El sentido devuelve a la persona inmersa en situaciones
trágicas a abrirse a los aspectos positivos de la existencia
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