martes, 28 de mayo de 2013

Pedagogía de la resiliencia.

"La resiliencia construye futuros posibles sobre la esperanza humana y la consecución de la felicidad ante los sufrimientos, los traumas y el dolor padecido".

Anna Forés es Profesora de la Escuelas Universitarias de Trabajo Social y Educación Social Pere Tarrés. Universidad Ramón Llul. | Revista Misión Joven. No. 377 – 2008

El sentido del sin sentido.

Cada sociedad, cada persona está comprometida con la empresa, nunca acabada, de construir un mundo con significación, de construir todo aquello que proporciona orden y sentido, de configurar un área que proporcione el sentido suficiente a cada persona integrante para defenderse contra el terror: la muerte, el sufrimiento, el mal, la inseguridad.

Es necesario dar razones del sufrimiento, de la muerte, del mal... Cualquier amenaza o adversidad ha de ser vivida pero también explicada, es así cuando nos proporcionan sentido. Son aquel conjunto de representaciones, actitudes y sentimientos que la sociedad suministra a cualquier persona para salir de los callejones sin salida donde, con gran frecuencia, nos conducen los azarosos caminos de la vida.
Esta actividad de dotación de sentido a la vida no es algo que se pueda disponer individualmente, sino que se constituye en la comunicación; es decir, mediante la comunidad, como por ejemplo la familia, donde nos criamos y nos desarrollamos. Toda comunidad de vida presupone la existencia de una mínima comunidad de sentido.

El medio más seguro para torturar una persona es desesperarla afirmando que «aquí no hay porqués».. En muchas guerras se consigue incrementar el odio cuando a las personas se les quita el aspecto humano y se les trata como cosas o animales, cuando en vez de ver personas vemos ratas, o cucarachas parece menos horroroso atacarles o aniquilarlos.

Francesc Torralba en su libro sobre el sentido de la vida nos dice: «para dotar de sentido la vida, no hace falta tener muchas interacciones, ni conocer muchas personas, ni disfrutar de una gran vida social. Lo único que hace falta es profundizar en los vínculos, ir al fondo y darse cuenta de los misterios que esconde el otro y que, solamente, si se exploran con delicadeza, querrá mostrarlos. No es la cantidad de relaciones lo que da sentido a la vida, sino la calidad de vínculos, la exquisitez del trato que somos capaces de dispensar.» Para poder tener vínculos de calidad, para poder ayudar a una persona que esté viviendo un momento agonizante y traumático, es necesario hacerlo resurgir al mundo de los seres vivos. Y esto no es posible si no hay un proceso de construcción de sentido. Entonces sí que hay porqués.

Cuando hay la capacidad de traducir en palabras, en representaciones verbales susceptibles de ser compartidas, las imágenes y emociones experimentadas; cuando posibilitamos otorgar sentido a todo, las volvemos a integrar a nuestra comunidad de vida, les conferimos humanidad. Esta construcción de sentido permite recuperar el sentimiento de pertenencia a un grupo que ampara las mismas palabras, las mismas imágenes y las mismas explicaciones. ¿Podré algún día ser feliz a pesar de todo lo que me ha pasado? Sí, por supuesto.

"La resiliencia se edifica sobre este otorgamiento de sentido". Dar un sentido a la vida constituye un elemento esencial que permite a la persona que ha padecido una agresión sobreponerse a sus dificultades.
Cuando la búsqueda de sentido tiene un desenlace favorable, entonces, la persona herida puede avanzar en su proceso de transformación. Al contrario, si esta búsqueda continúa indefinidamente sin respuesta, sólo encontraremos una herida que nunca cicatrizará: la sensación de desasosiego y el dolor persistirá por mucho tiempo.

Víktor Frankl es un claro ejemplo de persona resiliente. Víktor nació en Viena en el marco de una familia judía. En el otoño de 1942 fue apresado por el régimen nazi juntamente con su esposa y sus padres. Fue deportado al campo de concentración de Theresienstdten. En 1944 fue trasladado a Auschwitz y Dachau. Sobrevivió a ese horror al ser liberado el 27 de abril de 1945 por el ejército norteamericano. Su esposa y sus padres murieron en los campos de concentración.

Después de su liberación vuelve a Viena y escribe su famoso libro El hombre en búsqueda de sentido donde describe su vida como prisionero. En esta obra reconoce que, incluso, en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, el ser humano puede encontrar un sentido a su existencia. Más aún, en los campos de concentración, quien perdía el sentido de la vida tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Si conoces el porqué de la vida, puedes soportar todos los «cómos» a los cuales estarás sometido. El sentido devuelve a la persona inmersa en situaciones trágicas a abrirse a los aspectos positivos de la existencia



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