El 40% de los enfermos crónicos no sigue bien el tratamiento
El mal cumplimiento supone 18.000 muertes prematuras y 11.000 millones al
año
Enfermedad crónica significa, muchas veces, tratamiento crónico. Pero el
seguimiento de las pautas de los fármacos —lo que se denomina adherencia— dista
mucho de ser óptimo. La Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH)
calcula que el 40% de los pacientes no se medica correctamente. Ello supone
ingresos y visitas médicas, y tiene un coste tanto en vidas como económico,
estimado en 18.400 muertes prematuras y 11.000 millones de euros al año.
“Las cifras parecen elevadas, pero solo en mi hospital, el de Vigo,
calculamos en 600.000 euros el coste de los ingresos por esta causa”, afirma
Guadalupe Piñeiro, de la SEFH. “Y eso en un estudio que solo midió las hospitalizaciones,
y no incluyó las urgencias, las pruebas o las consultas al especialista”,
afirma. Otro indicador de este coste es que un ictus cuesta al sistema entre
20.000 y 30.000 euros en su primer año, según la Estrategia en Ictus del
Sistema Nacional de Salud. En España se producen unos 120.000 al año, y muchos
están relacionados con el control de la coagulación, la hipertensión y el
colesterol.
Los expertos en farmacia hospitalaria creen que estos
errores o falta de medicación son “la primera causa de fracaso terapéutico”,
como ha manifestado el presidente de la sociedad, José Luis Poveda, en unas
jornadas organizadas por laFundación
Salud 2000 y la SEFH. Esto
quiere decir que muchas veces detrás de un paciente en el que no se aprecia
mejoría, lo que sucede es que no cumple con lo que se le ha recetado. “Estos
datos deberían hacer reflexionar a las autoridades sanitarias, siendo necesario
implementar programas específicos para obtener resultados en salud”, dijo
Poveda.
El problema no es exclusivamente español. Según los datos de SEFH, en
Europa esta falta de adherencia (no medicarse bien) puede costar hasta 125.000
millones de euros, y contribuir a la muerte prematura de 200.000 personas al
año.
No hay un perfil claro de los pacientes que más incumplen. La multitud de
enfermedades crónicas es tal que las distintas sociedades científicas ofrecen
perspectivas diferentes. “Curiosamente, en nuestro hospital eran los jóvenes
con enfermedades cardiovasculares y psiquiátricas los menos cumplidores”, dice
Piñeiro.
Las respuestas no son unánimes. “Es imposible saber el cumplimiento”, dice
Vicente Vicente, presidente de la Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia.
“Si le preguntas a un paciente, nunca te va a reconocer que no toma la
medicación”, afirma. De hecho, esta falta de datos en su campo ha complicado
mucho el debate sobre la efectividad de los antitrombóticos, que se ha visto
activado al llegar los de última generación, que no implican variar la dosis en
función de indicadores sanguíneos.
Piñeiro insiste en ese tipo de complicaciones. “Puede pasar que el médico
crea que el tratamiento no está haciendo efecto, y lo que sucede es que el
paciente no lo está tomando bien. Entonces, le recetará otro más fuerte, que
normalmente tendrá más efectos secundarios y que seguramente será más caro”.
José Ramón González-Juanatey, presidente de la Sociedad Española de Cardiología
(SEC), cree que esa proporción del 40% de incumplidores es realista. “Según
nuestros estudios, hasta el 50% de las personas con tratamiento para la
hipertensión y el colesterol incumplen el tratamiento. Esto supone un impacto
muy importante en prevención primaria”, la que corresponde a personas con ese
factor de riesgo, pero que todavía no han sufrido un problema cardiovascular.
“La cumplimentación es un reto. El problema es que son pacientes que se
encuentran bien, y que por eso abandonan el tratamiento. Pero es una
preocupación de primera magnitud, y más si se tiene en cuenta que es una medicación
muy eficaz”, insiste González-Juanatey.
Ni siquiera quienes ya han tenido el susto de un infarto son mejores
cumplidores. “La mitad no sigue bien el tratamiento al año”, dice el presidente
de la SEC. Y eso tiene un impacto elevado. “Sabemos que esas personas tienen un
30% más de riesgo de tener un segundo episodio”, añade.
Obviamente, no en todas las especialidades la casuística es similar.
Antonio Fernández Jurado, vicepresidente primero de la Sociedad Española de
Hematología y Hemoterapia (SEHH), tiene la percepción de que “el incumplimiento
en los pacientes crónicos es evidente”, aunque en su caso, ya que ve sobre todo
tumores, se dé menos, “porque están muy controlados”. “La mayoría de las veces
la medicación se da en el hospital. Además, tenemos datos objetivos que nos
pueden hacer sospechar de que el paciente no se ha tomado la medicación. Cuando
un parámetro biológico en un análisis cambia de repente y metes un poco los
dedos, sale que el paciente se olvidó de tomar la dosis”, dice. “No lo hacen
porque sí. Simplemente, hay veces que se encuentran tan bien que deciden
abandonan el tratamiento”.
Incluso la mitad de los infartados incumple la
terapia al año
También influyen otros factores, dice Fernández Jurado. “Cuando una pareja
de jubilados de bajo nivel económico ve que tiene que pagar por la medicación,
pueden decidir dejar de tomarla. Y entonces se producen las recaídas, los
ingresos, que es mucho más caro”, dice ante el aluvión de medidas económicas
para rebajar la factura farmacéutica. Piñeiro remacha: “La relación con el
médico y con el farmacéutico es fundamental. Hay que explicarle claramente los
efectos secundarios, lo que implica, y si hace falta, retrasar el inicio del
tratamiento”, asegura.
José María Hernández, coordinador del Grupo de Trabajo
en Educación Terapéutica de la Sociedad Española de Diabetes, afirma que la
clave es la autoresponsabilización del paciente, y que eso está directamente
relacionada con la capacidad de comunicación del médico. Algo que no siempre es
fácil por habilidad o falta de tiempo.
Aunque me parece que no se habla de las enfermedades mentales, yo que lo he vivido, he visto como trituraban pastillas en el lavabo y hacían correr el agua, o sea no se las tomaban. Y en este caso no eran personas de edad, sino jóvenes que o bien se encuentran un poco mejor o por contra están hartos de pastillas y cápsulas y les parece que sin tomarlas estarán igual. Es un craso error. En el caso de las enfermedades mentales supongo que la cifra de muertes por esta causa no debe ser muy relevante, ahora bien, el proceso de recuperación es mucho más lento y las recaídas más frecuentes, cosa que desanima mucho. Y no hablo para nada de cifras, es decir de lo que supone el coste económico, sino que me preocupa que se tome tan a la ligera un tema que en cualquier enfermedad mental es muy serio, y siempre los psiquiatras insisten en no dejar de tomar la medicación prescrita. Es cuestión de voluntad, es verdad, pero por poca que tengamos hemos de potenciarla y emplearla en cosas importantes como ésta.
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