PSICOLOGÍA
Los beneficios del horario de verano
son insondables. No es solo la vida social: su salud también mejora
Tres de la tarde: fin de la jornada
laboral. Durante gran parte del año, es una
utopía para la inmensa mayoría de trabajadores que salen de casa con el
desayuno en la boca para regresar poco antes de la cena. Pero llega el verano,
con sus efluvios relajados y permisivos, y en muchas empresas se avienen a
condensar la estancia de sus empleados en sus oficinas. Lo cual no quiere decir
que sea para trabajar menos, desde luego. Expertos en recursos humanos y
catedráticos de Economía pregonan que
trabajar más horas no significa producir más. Entre un alto porcentaje de trabajadores provoca
alborozo: pese al obligado madrugón (la hora de entrada se suele adelantar),
disponer de la tarde libre para dedicarla a la familia, ir al cine, tomar el
sol, leer un libro, hacer sudokus, buscar ese bañador inexistente que nos
sienta bien, hacer ganchillo o pintar al óleo —lo que les dé la real gana—,
siempre compensa. Y por si fuera poco, un médico también se lo aconsejaría.
Estos son los cinco beneficios para su salud del horario de verano.
1.
Reduce el estrés. Con
frecuencia tenemos la impresión de que nuestra vida es una carrera constante:
corremos para que los niños no lleguen tarde al colegio, para fichar a tiempo
en la oficina… Partir el día en dos puede ser una buena manera de centrarnos en
el trabajo cuando es necesario y dedicarnos a otras cosas que lo requieren: eso
nos libera de mucha presión. “Los psicólogos llamamos 'doble presencia' a esa
situación tan habitual de estar físicamente en el trabajo, pero mentalmente con
tus obligaciones familiares. Eso genera mucho estrés y mucho malestar, que con
la jornada intensiva se puede evitar”, afirma Elisa Sánchez Lozano, psicóloga
y coach, y portavoz del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Las tardes libres también fomentan
nuestra vida social, importante para descargar preocupaciones. “Contar lo que
te ocurre a tus amigos y sentir que alguien empatiza contigo es un buen
antídoto contra el estrés”, añade. Recordemos que las consecuencias de esta
tensión permanente vandel
resfriado a la recaída en adicciones.
2.
Aumenta la autoestima.
Meternos en la cama convencidos de haber exprimido el día al máximo,
repartiendo en su justa proporción el tiempo entre trabajo, ocio y familia, es
todo un halago a nuestra autoestima, como asegura Sánchez. “Percibes que has
cumplido tus objetivos. Te sientes mejor profesional y al mismo tiempo, si
puedes ir al cine después, el balance te sale más pleno”, explica.
Percibes que has cumplido tus objetivos. Te sientes mejor profesional y, al
mismo tiempo, si puedes ir al cine después, el balance te sale más pleno"
(Elisa Sánchez, psicóloga)
3.
Facilita la práctica del deporte. Con este horario de trabajo ya no vale la vieja
excusa de que no hacemos deporte por falta de tiempo. Al contrario de lo que
ocurre con la jornada partida, que suele borrar de nuestras agendas el espacio
para cualquier actividad que sirva para ponernos en forma, con la jornada
continua disponemos de toda la tarde por delante (con la lógica precaución de
no excedernos con el ejercicio al aire libre en las
horas de más calor).
Ahora sí que podemos darnos el gusto, por ejemplo, de dedicar una hora entera a
caminar, una actividad apta para casi todo el mundo y que contribuye a tener
una vida más larga, según un estudio de la Sociedad
Americana del Cáncer.
4.
Aligera la dieta. La
jornada comprimida obliga a adelantar el despertador y, aunque debemos
asegurarnos de que eso no reduce las necesarias siete u ocho horas de
sueño (hay
que acostarse antes),
puede ser un salvoconducto a una dieta más baja en calorías. Porque, atención:
quienes se levantan tarde tienden a consumir 248 calorías de media más al día
que los madrugadores. Lo dice un estudio de la Universidad
de Northwestern,
en Illinois (EE UU). ¿A qué se debe? Según su análisis, las personas que se
acuestan y se levantan tarde ingieren más calorías en la cena, más comida
rápida, menos frutas y verduras y, en consecuencia, pesan más que aquellas que
se van pronto a la cama y se levantan temprano.
Pero, por desgracia, no todo es tan
bonito como suena. Según otro estudio, realizado por investigadores españoles y
publicado en 2013 en el International Journal of Obesity, quienes comen antes de las
tres de la tarde pierden un 25% más de peso que quienes lo hacen después de esa
hora. Maldición. ¿Con la jornada intensiva no puedo comer hasta pasadas las
tres? Cierto. Por eso, para no llegar al almuerzo hambriento como un lobo,
extreme la regla de las seis comidas al día: desayune fuerte y tome un
tentempié a media mañana.
5. Mejora nuestro humor. Trabajar muchas horas agota: llegamos
a casa con ganas de derrumbarnos en el sofá y cara de pocos amigos. “La fatiga,
física o mental, afecta al estado de ánimo, al humor”, sostiene la psicóloga.
”Es muy difícil mostrar una sonrisa cuando estás cansado físicamente o sientes
que tu día no ha sido productivo”. Por el contrario, el horario estival
propicia (siempre que durmamos como es debido) que al final del día nos
encontremos menos cansados. Incluso, con algo de suerte, después de comer hemos
podido echarnos una cabezada en nuestro sillón favorito. Piense en esta
palabra: “Siesta”. ¿No se le ilumina el rostro? Según Javier Puertas, jefe del
servicio de Neurofisiología y la Unidad de Sueño en el Hospital Universitario
La Ribera, ha de durar 30 minutos y no alargarse más allá de las 16.30 horas.
¿Beneficios? Mejora
la salud cardiovascular. Disfrútelo mientras pueda: en otoño los días volverán a ser muy largos.
Estic totalment a favor de la jornada intensiva i no tan sols a l'estiu, sinó tot l'any. He tingut sort perquè del meus anys laborals quasi sempre l'he pogut fer. Primer per estudis, i les hores que faltaven les compensava entrant més aviat i anant-hi també els dissabtes al matí.Després al entrar a una Institució Pública l'horari era només pel matí. Havia de matinar molt, però compensava, i la feina sortia igualment. Sóc de l'opinió, perquè ho he comprovat personalment, que treballar més hores no vol dir, en molts casos, fer més feina, doncs després del dinar generalment es rendeix poc. De fet la feina forta era al matí, quan estavem més concentrats per fer les tasques més difícils. Tenint la tarda lliure es podia recollir els nens a col.legi, anar amb ells al parc, fer alguna compra pel barri, o trobar-se amb alguna amiga per berenar, passar per la biblioteca a escollir llibres o música... Defenso doncs de totes totes la jornada intensiva o la conciliació treball-família, i a les empreses on s'ha implantat, no n'estan pas penedits.
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