IMA SANCHIZ | La Contra de la Vanguardia | 20/03/2019
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Tengo 63 años.
Nací en Mesina, Italia. Me licencié en Psicología. Junto con mi esposa, Roberta
Manfredi (hija de Nino Manfredi), creamos la productora Dauphin Film Company. Y
llevo años realizando talleres de felicidad. Erradicar la infelicidad es
imprescindible para cambiar el destino de este planeta
El
vaso medio lleno
Su
suegro, Nino Manfredi, ha actuado en sus películas; también ha escrito,
dirigido y producido series para la RAI, pero nunca ha abandonado su actividad
como psicólogo y terapeuta con largas estancias en EE.UU. para formarse.
Imparte talleres sobre la felicidad y tiene un blog: Il (el vaso medio lleno).
En su último libro, La felicidad en la mesita de noche (Kitsune Books), nos
habla de la felicidad de existir. “He trabajado con la felicidad a lo largo de
muchos años, como psicólogo y como artista y, finalmente, como investigador. Y
eso me ha llevado a conocer en profundidad su opuesto, y lo que he descubierto
es que muy a menudo la infelicidad de las personas no tiene que ver con hechos
objetivos”.
PREGUNTA.- Hoy es el día de la Felicidad...
RESPUESTA.-Yo llevo dedicándole cuarenta años
de investigación porque sé que la felicidad es la base para construir un mundo
mejor.
P.- ¿Por qué? | R.- Hay innumerables investigaciones
científicas que demuestran que las personas confiadas y optimistas resuelven
los problemas de manera más acertada y en menos tiempo que las personas
pesimistas, cínicas o desilusionadas.
P.-La gente feliz ¿no daña a los demás? | R.- No, y les gusta compartir su
felicidad.
P.- ¿Hay personas o momentos felices? | R.- La felicidad vinculada a
contingencias externas está fuera de nuestro control, es una felicidad precaria
como la que está ligada a logros.
P.- ¿Qué opción nos queda? | R.- La felicidad innata, la que fluye
como la sangre por las venas y que tiene que ver con estar vivo. Es una
felicidad instintiva que no puedes controlar, de la misma manera que no
controlas tu respiración o el crecimiento de tus uñas; y siempre está
disponible.
P.- ¿Ese runrún en la boca del
estómago? | R.-
Sí, y para hacerlo más presente hay que ser consciente de que los sucesos,
malos y buenos, son temporales, todo pasa. Y hay que abandonar la idea de no
ser suficiente, de no merecer, de tener que conquistar tu lugar y tu identidad.
P.- ¿La felicidad de existir debería
bastarnos? | R.-
Desde que nacemos, la necesidad de amor y aprobación hace que adaptemos nuestro
carácter en busca de respuestas positivas.
P.- Un mecanismo de supervivencia. | R.- Sí, que puede hacernos interiorizar
comportamientos que nos perjudican. La necesidad de ser amados es la base de
muchos de nuestros errores porque nos construimos un personaje y nos alejamos
de nosotros mismos.
P.- Pero la necesidad de amor es
universal. | R.-
Cierto. Hay un experimento muy revelador con monos recién nacidos que debían
escoger entre una madre de metal que daba leche o una de peluche suave y
mullida. Los pequeños monos siempre elegían la de peluche.
P.- ¿Dispuestos a morir de hambre a
cambio de amor? | R.-
Sí. Esa necesidad de amor nos lleva al trueque: cedemos nuestra identidad para
que los adultos nos quieran, luego para ser aceptados, para que nos quieran
nuestros amigos y, a menudo, acabamos con la pareja equivocada.
P.-
¿Es reversible? | R.- Recuperando la autenticidad, la
espontaneidad y la sinceridad, y eso pasa por no tener reparo en mostrar
nuestras fragilidades.
P.- Nuestra mente no ayuda mucho. | R.- Se orienta hacia emociones e
informaciones negativas que además perduran mucho más tiempo en nuestra mente
que las buenas noticias o las experiencias positivas. Se trata de mecanismos
primitivos de supervivencia.
P.- ¿Y qué propone? | R.- Poner en valor y saborear durante
el máximo de tiempo posible, de manera intencionada y diría que exagerada, los
acontecimientos positivos de nuestra vida, los momentos de alegría. Y hacer el
ejercicio de buscar la parte buena a los acontecimientos negativos.
P.- ¿Y cuando nuestra mente se hunde en
las profundidades de la negatividad?
| R.- Cambie de canal, cambie de tema. Mueva el cuerpo, váyase a dar
un paseo, póngase una película que le haga reír, llame a esa gente positiva que
conoce, pero sobre todo no alimente sus convicciones negativas.
P.- Son insistentes. | R.- Sea inteligente, recuerde que la
queja no cambia las cosas. Cuando se dé cuenta de que empieza a quejarse de
algo, deténgase un instante y pregúntese si le apetece estar peor, porque eso
es lo que sucederá tras la momentánea satisfacción del desahogo.
P.- ¿El mal rollo es contagioso? | R.- Sí, por eso, como dice el dalái
lama, si alguien busca una papelera para tirar su basura, evita que sea tu
mente. Del mismo modo y de forma automática, una sonrisa despierta otra
sonrisa. Lástima que perdamos la sonrisa con la edad.
P.- ¿A qué se refiere? | R.- Un niño en etapa preverbal sonríe
espontáneamente de media 400 veces al día; un adolescente, 16, y un adulto,
apenas. Mi teoría es que desaprendemos a sonreír cuando la preocupación se
convierte en un automatismo, cuando nuestra mente anticipa acontecimientos
probables o no, pero en todo caso inexistentes.
P.- No queremos perder el control. | R.- Ceder el control es sentirse
expuesto, por eso muchas personas sufren de hipercontrol, que es uno de los
mayores obstáculos para la felicidad, porque en realidad no podemos controlar
más que una parte ínfima de nuestra existencia.
P.- Cierto. | R.- En nuestra vida hay fuerzas que
prescinden totalmente de nuestra voluntad, asúmelo y siente esa fuerza que te
quiere vivo, que te empuja a respirar aunque no quieras. Buena parte de las
responsabilidades que te atribuyes dependen de ella, así que no la combatas,
únete a ella conscientemente, confía.
P.- Confíes o no, le perteneces. | R.- El mundo que vemos está
influenciado por nuestro estado mental. En realidad la infelicidad no es más
que una mala costumbre. Abandonarse a ella, al victimismo y la frustración, es
fruto de una actitud reiterada; para cambiarla hay que ser persistente como un
atleta. La felicidad consiste en vivir en la gratitud.
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