PSICOLOGÍA
Gracias a nuestra poderosa mente pensamos, soñamos,
ideamos, proyectamos, asociamos ideas, diseñamos, planificamos, generamos
expectativas, imaginamos y recordamos. El pensamiento puede ser beneficioso o
nocivo, positivo o negativo, necesario o inútil, insípido o creativo, elevado y
sublime o destructor y desgarrador. Muchos pensamientos son innecesarios.
Algunos surgen como tormentas que nos azotan. Si no gestionamos bien toda la
actividad de nuestra mente, el cansancio mental se convierte en nuestro
compañero inseparable.
Es una fatiga que
provoca dispersión, pereza, falta de atención y de claridad; además, disminuye
nuestra capacidad resolutiva. En cambio, cuando se está inspirado y motivado,
la mente nos revitaliza y genera pensamientos creativos que suscitan energía y
fuerza. En un estado creativo, los pensamientos son prácticos, poéticos y
manifiestan belleza. La mente está abierta y puede ver lo extraordinario en lo
aparentemente corriente.
Desafortunadamente,
este estado mental no suele durar mucho. Más bien nos sumergimos en una
actividad mental estéril y agotadora. Cada individuo genera unos 50.000
pensamientos al día, muchos de los cuales son repetitivos y mecánicos. Otras
veces se da vueltas una y otra vez sobre cosas que no se pueden cambiar. Son
pensamientos que suelen referirse al pasado. No llevan a ninguna parte y
agotan.
Cuando se vive
en un tren de pensamientos innecesarios y debilitantes, viene bien plantearse
algunas preguntas que ayuden a desactivar ese mecanismo repetitivo y lleven a
una reflexión más productiva y estimulante. Por ejemplo, ¿cuál es la intención
que le mueve a pensar lo que está pensando? El primer paso es encontrar el
propósito, porque permite darse cuenta de lo inútil de ese pensamiento y
cambiar el rumbo.
Otra práctica
aconsejable es intentar no utilizar demasiado los tiempos verbales
condicionales, ya sean en pasado o en futuro. Por ejemplo: “Si hubiera estado
ahí en esos momentos, no habría sucedido esa desgracia”. Como el pasado
pasó y el futuro aún tiene que venir, este tipo de juicios no son útiles,
debilitan y agotan. Es tan importante aprender a transformar como a no crear
estos pensamientos sobre asuntos que no podemos cambiar o que no depende de
nosotros que cambien. Así se estará más concentrado y se tendrá mayor claridad
para tomar las decisiones adecuadas.
Cuando la mente está libre de todo conflicto, existe una energía creativa
que surge libre de condicionamientos”
No se trata de
dejar la mente en blanco, sino de generar pensamientos positivos, creativos,
inspiradores, beneficiosos. Así se logra un espacio mental fértil. Deliberar en
positivo no es negar la realidad, sino ser capaz de ver los problemas y tener
la creatividad mental para aportar soluciones sin obsesionarse ni ofuscarse.
Las reflexiones positivas fortalecen y revitalizan la mente. Suelen ser
cavilaciones que se basan en valores y en apreciar y agradecer lo que se es y
lo que se tiene. Una mente agradecida es una mente descansada.
En una sesión
de coaching, una mujer explicaba cómo se obligaba a realizar los
planes que se había marcado y los compromisos que había adquirido, forzándose a
cumplir los horarios impuestos por otras personas importantes para ella. Aunque
sintiera que debía parar, su mente le hacía seguir. Sin parar, ni respirar con
consciencia ni escuchar. Estaba agotada mentalmente.
A veces el
cansancio mental surge de las luchas internas entre lo que nos gustaría que
fuera y lo que es, entre si decir o callar, si salir o quedarse, entre las
decisiones que se toman y lo que en realidad se hace. Debemos incorporar
prácticas para comprender de dónde surge tanto pensamiento estéril, para
escucharnos y acallar los ruidos mentales.
Ejercitar la mente con pensamientos creativos revitaliza. Es como cuando se
hace ejercicio físico. Caminar, correr, nadar o jugar al tenis energiza, y si
acabamos cansados, se siente que es un cansancio sano. Por el contrario, si nos
quedamos de pie media hora sin movernos, terminamos más cansados que si
hubiéramos estado ese rato caminando. A la mente le ocurre algo parecido: si
está “parada” dando vueltas a un mismo asunto, se agota más que cuando avanza
con pensamientos inspiradores que abren nuevos horizontes.
¿Qué
se puede hacer para que nuestro pensamiento sea más inspirador y vigorizante y
combatir el cansancio mental? Cultivar el pensamiento creativo, reflexivo y
claro. ¿Cómo? Por ejemplo, haciendo un viaje a un entorno natural y observar.
Mirar el horizonte que une mar y cielo en una playa; sentir la humedad del
suelo o gozar de los colores de las hojas y los ruidos de la naturaleza en una
montaña. Así es más fácil que la mente se calme.
Son situaciones
que ayudan a parar la actividad mental durante un par de minutos y a descansar.
Se trata de visualizar un espacio que me ayude a renovar el discernimiento.
En un mundo
saturado de información y conversaciones que provocan ruido mental, emocional y
físico, se necesita cultivar espacios internos de silencio para estar
centrados. Un silencio creativo, contemplativo y generativo. Es decir, que
genere positividad y bienestar, comunicación y sentido y una quietud en la cual
se gesta el pensamiento transformador. Aunque uno esté en un entorno ruidoso,
puede ser creador de pensamientos inspiradores como cuando está rodeado de
naturaleza.
Todo mi esfuerzo debe limitarse a controlar las idas y venidas de la
mente, poner la imaginación a mi servicio y dejar de estar yo –como un
esclavo– al suyo”
Tenemos la
capacidad de crear las reflexiones que queremos. Utilicémosla más a menudo.
Para ello, se debe controlar la mente, dirigirla y mantener centrada la
atención. Si uno se queda atrapado en sus propios pensamientos, no tendrá poder
sobre ellos. Cuando, observándolos, se logra separarse de ellos, se deja
espacio, se asume el control y se pueden canalizar en la dirección que se
quiera.
Para tener poder sobre algo se debe
ver desde cierta distancia. Al observar un cuadro, si se pega la nariz a él, no
se ve más que un pedacito borroso. Si nos distanciamos, podemos abarcarlo en su
totalidad. En la práctica de meditación se aconseja sencillamente observar los
pensamientos y dejarlos pasar. Llega un momento en que uno se da cuenta de que
son una creación mental, una película, que uno puede dejar de crear y de
seguir. Al lograr este dominio, se conecta con un estado de calma y claridad
que permite crear los discernimientos de calidad que queremos. Una buena
meditación revitaliza, nos llena de energía, barre la mente de reflexiones
innecesarias y deja espacios para la innovación y la renovación mental.
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