VALERIA SABATER | La Mente es Maravillosa | 05/08/2020
La forma en la que manejan las personas
inteligentes a las personas tóxicas dice mucho de sus habilidades psicológicas. No se dejan avasallar,
saben poner límites y son conscientes del
impacto que esas dinámicas desgastantes tienen en la propia salud. Así, uno de
los mejores regalos que podemos hacernos es aprender a neutralizar y gestionar
todas las estrategias que aplica este tipo de perfil.
Algunos sociólogos y expertos en
psicología social se aventuran a decir que vivimos en tiempos con un grado alto
de toxicidad.
Somos conscientes de que nos hemos acostumbrado a escuchar con exceso este
término y que a veces no sabemos dónde está el límite. Ahora bien, si hay algo
que está claro es que vivimos un momento marcado por la inestabilidad y
la incertidumbre y todo ello se impregna en
muchos de nuestros contextos cotidianos.
Las personas tóxicas no solo lesionan a los demás
emocionalmente, también son una amenaza para la salud. Asimismo, algo que
se ve con frecuencia es el hecho de que cuando el comportamiento tóxico se
arraiga en un entorno, la mayoría de sus miembros acaban aplicando conductas
dañinas y cínicas.
Tanto
es así que, tal y como nos revelan diversos estudios, si hay un escenario donde
abunda el comportamiento tóxico es en el trabajo. Sobre todo en aquellos entornos
laborales donde la productividad es clave. Es ahí donde aparece la
desconfianza, la competición, las envidias, la frustración y esos daños personales que
atentan a todo el bienestar sistémico de la organización.
Ahora
bien, tal y como sabemos, tampoco faltan ese tipo de presencias en el
ámbito familiar. Personas
que por su personalidad o situación particular despliegan conductas dañinas
hacia sus hijos o parejas. En estos últimos casos, el impacto y el desgaste
pueden ser mayores porque se les añade un componente emocional, un vínculo de
cercanía.
¿Cómo
manejan las personas inteligentes a las personas tóxicas?
La
forma en que manejan las personas inteligentes a las personas tóxicas responde
a una serie de factores. El primero es la asunción simple y evidente de
que todo comportamiento tóxico carece de lógica. Entender esto nos ayudará
mucho. Lo hará porque dejaremos de dar tanta relevancia a una serie de actos y
palabras que carecen de sentido, ahí donde se busca casi de forma exclusiva
proyectar el malestar, la frustración y las emociones negativas sobre alguien.
En
segundo lugar, hay un aspecto que no podemos dejar de lado. Tal y como nos
reveló un trabajo del Departamento de
Psicología Clínica y Biológica de la Universidad Friedrich Schiller, en
Alemania, la
exposición continua a esta serie de dinámicas afecta a nuestra salud cerebral.
Experimentamos mayor estrés, ansiedad, agotamiento y problemas para
concentrarnos y pensar con claridad. Tener claro este detalle desde un principio nos
animará a establecer adecuados límites. Veamos por tanto cómo manejan las
personas inteligentes a las personas tóxicas a través de las siguientes claves.
Se
enfocan en las soluciones no en los problemas
Cuando en nuestro entorno habita una persona
tóxica vivimos en constante amenaza. Es como ver a diario la
aleta de un tiburón rondando a nuestro alrededor. Así, y de algún modo, nos preocupamos
más por su presencia, por aquello que dice, no dice, hace o no hace que en
aplicar estrategias para que esa presencia no nos afecte tanto.
Las personas inteligentes se orientan más en
buscar soluciones que en centrarse en el comportamiento tóxico. En cuanto algo les inquieta o
les molesta reaccionan al instante.
Hay
que poner límites lo antes posible
Sabemos
ya que hay que tener una buena capacidad de respuesta. Sin embargo, ¿qué tipo de acción es la que debemos
emprender para frenar el comportamiento tóxico? Bien, lo que
debemos saber es que en estos casos no siempre vale la huida o nos es posible poner
distancia.
Hay que poner límites, barreras de protección. Para ello hay que dejarle claro
a la persona en cuestión que sus actos tienen consecuencias. Que no todo es
permisible, que ciertas conductas duelen y crean malos entornos.
Debemos dejarles claro de forma temprana cuáles son nuestras líneas rojas, esas que no vamos a permitir que sobrepasen.
Adecuado
control emocional
Hay
que ser plenamente conscientes de nuestros estados emocionales. Si
experimentamos desgaste o agotamiento psicológico hay que
gestionar esa situación. Lo primero, entender que nadie tiene por qué
arrebatarnos la alegría o la calma. Lo segundo, no dar excesiva relevancia en nuestra
vida a quien sencillamente, no se gana su puesto en ella.
Puesto que nunca es posible poner
distancia física lo mejor es poner distancia emocional, abrir nuestro paraguas
y protegernos.
La
empatía cognitiva ante la persona tóxica
Aplicar una empatía cognitiva siempre será más
preferible a la empatía emocional en estos casos. ¿Qué queremos decir con ello?
Sencillamente que es muy recomendable ser capaces de entender por lo que puede
estar pasando la persona tóxica. Tal vez tras ese rostro y esas dinámicas
agotadoras haya un perfil con una depresión encubierta. Alguien con baja
autoestima o con problemas personales.
La empatía cognitiva nos permite comprender
realidades ajenas sin impregnarnos de sus emociones. Y esto último es sin duda
altamente recomendable. Una estrategia que define al modo en que manejan las
personas inteligentes a las personas tóxicas.
Cuidan
de su salud y bienestar
Podemos
tener a una o varias personas tóxicas a nuestro alrededor. Podemos incluso
manejarlas con efectividad. Sin embargo, hay algo que no hay que perder de
vista ni un solo día: la propia salud. De ahí que debamos dar prioridad a nuestra
alimentación, tiempos de descanso y ocio.
Aprender
a desconectar y a no pensar en estos perfiles psicológicos nos permitirá ganar
en calidad
de vida.
Queda claro que cuesta bastante, ya que hablamos de personas expertas en poner
zancadilla. No obstante hagámoslo, seamos esas personas inteligentes que saben
vivir, también, por encima de estas circunstancias.
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