ANA M. LONGO |
uppers.es | 18/11/2022
Luis Gutiérrez Rojas, licenciado en
Medicina y Cirugía, especializado en Psiquiatría, aclara que la adolescencia ha
de verse como una etapa buena y no hay que exagerar
"Es crucial educar a nuestros hijos en
valores, es decir, que meterse con otro, vilipendiarlo, tratarlo con
agresividad o con desprecio es algo que está mal"
"Tener una visión negativa, temerosa e
intranquila acerca de la adolescencia, desde luego que transmite miedo e
inseguridad a los hijos y les perjudica"
Frecuentemente se añade a los progenitores miedo e incerteza
frente a la llegada de la adolescencia de sus hijos. El, también, docente
y conferenciante, autor de ‘La belleza de vivir’ (Editorial Ciudadela) subraya
que no es acertado atosigar a los hijos en esa
etapa o no conseguirán que el hijo se anime a compartir algunas
de las situaciones que le acontezcan. Ya Proust, novelista francés, hacía un
guiño positivo a esa etapa: "La adolescencia es la única época en la que
he aprendido algo".
¿Qué cree usted que es eso que tanto temen los
padres cuando se acerca la época de la adolescencia de sus hijos? ¿Teniendo
esas ideas y prejuicios trasmiten inseguridad o miedo a sus hijos? ¿Eso puede
perjudicarles?
Recuerdo el lema de una campaña que dice: “Nuestra
adolescencia os pondrá a prueba”. Está claro que hay muchos mensajes que como
padres nos asustan y nos generan ese miedo. Existe la profecía que
es la autocumplida, esto es, cuando pienso que una cosa va a
pasar, sea buena o mala, es más probable que suceda. Si yo pienso que mi hijo
adolescente va a suspender, va a ser un ladrón o le va a ir muy mal o, todo lo
contrario, es más probable que ocurra.
Creo que tener una visión negativa, temerosa e intranquila
acerca de la adolescencia, desde luego que transmite miedo e inseguridad a los
hijos y les perjudica. Hemos de estar precavidos durante esa época y
ayudarles a mejorar sus circunstancias.
Educación en valores
Nuestro país encabeza en
cifras la lista europea respecto al bullying, según el primer
informe mundial sobre el tema realizado por la ONG 'Bullying sin fronteras'. Es algo que
aterroriza a los padres. ¿Qué diría usted que se nos está pasando por alto no
solo en la escuela, también en los hogares?
Ciertamente da miedo
porque nadie quiere que su hijo lo pase mal, que se angustie o sea maltratado o
machacado por quienes le rodean. Nuestro hijo puede estar sufriendo y
nosotros no ser conscientes de ello.
Es crucial educar a
nuestros hijos en valores, es decir, que meterse con otro,
vilipendiarlo, tratarlo con agresividad o con desprecio es algo que está mal.
Cuando identifiquemos estas conductas que ya pueden observarse entre hermanos.
hay que explicarles que no deben hacerlo.
Hay que hacer pedagogía
desde la cuna, desde los medios de comunicación, cuando vemos
una película, con una canción y explicarles. También es recomendable tener un buen
contacto con el colegio, hablar con los profesores y que nos
informen de cómo ven a nuestro hijo y cómo se relaciona con los demás. Y estar atentos a
si el adolescente se encuentra más triste, aislado, apático o ha bajado su
rendimiento escolar.
Respecto a los embarazos
no deseados: ¿cree usted que habría que garantizar una educación sexual
integrada en las aulas?
Este es un tema muy
espinoso porque vivimos en una sociedad que a veces está muy hipersexualizada donde
existe un hiperestímulo a los adolescentes sobre el tema sexual en el momento
en que ellos están descubriendo esa faceta de su vida. Da la impresión de que
la educación se basa en la mera genitalidad, en explicar en qué consiste el
acto sexual y los métodos anticonceptivos que hay. Esto es una mala educación
porque ya lanza un mensaje en el que tener relaciones siempre y cuando no haya
enfermedad o embarazo no pasa nada, pero sí pasa.
Hay personas que llegan a
tener una relación patológica con la sexualidad porque se han
sentido utilizadas, porque se han sentido acosadas o porque han tenido que
ceder a ideas de un grupo para que no las considerasen reprimidas o estrechas.
Claramente habría que
difundir más educación sexual desde casa unido con la escuela y vincular el
sentido y significado de la sexualidad con la afectividad, es
decir, el compromiso y amor entre dos personas que consienten.
En la adolescencia, el
joven parece recibir instrucciones por todos lados: padres, familiares, los
profesores, los amigos. ¿Puede sentirse agobiado para ser quién es? ¿Qué
necesitaría para sentirse más libre?
La adolescencia es la época del
descubrimiento del propio yo. El joven se da cuenta que ya no
es un niño y ya no es alguien al que le dicen lo que debe hacer.
Esta etapa de cierta
rebeldía, de negarse... resulta bastante creativa y hace que el adolescente
elija su propio camino.
Los padres han de ayudarlos
y acompañarlos. Las libertades hay que ponerlas poco a poco en
función de sus capacidades, de su inteligencia, su coraje, sus valores... Si
queremos que el adolescente confíe en sí mismo, hemos de generar nosotros
confianza en él y no interrogarle ni cuestionarle cada
segundo y por todo.
¿Cómo se le pueden poner
límites a los hijos sin que sientan que se les censura o se coartan sus derechos
y necesidades? ¿Cómo no resultar un enemigo para ellos?
Se les puede preguntar
qué les apetece hacer el fin de semana, en vacaciones... y compartir con ellos
y aprovechar para sacar un tema de conversación y un límite. Cuando el
adolescente está encerrado en sí no es bueno entrar e invadirle. Por
ejemplo: 'No sería bueno que llegases tan tarde porque podemos hacer
deporte o algo que te apetezca'. Lo idóneo es no estar
pendiente de cómo coartar su conducta.
Desdramatizar
la adolescencia
¿Qué es imprescindible en
la infancia de los hijos para que llegada la adolescencia se expresen desde su
libertad y consulten cualquier tema a los padres?
No conozco a ningún
adolescente del planeta que haya hecho eso, así que digo que ningún padre
aspire a ello. Si tu hijo te cuenta todo, tiene un problema grave y es que
confía poco en sí mismo. El hijo normalmente consulta algunas cosas y,
a veces, porque le pillamos. Lo normal es que nuestro hijo vuelva a contárnoslo
todo pasada la fase adolescente. El truco para pasar por ahí es haber
querido al hijo mucho desde pequeño, diciéndole lo bien que
baila, lo bien que lee o dibuja y diciéndoles que de los fallos también pueden
rescatar aciertos. Eso servirá para que se ame a sí mismo y sepa quién.
¿Cuál diría
usted que es un error generalizado por parte de los padres llegada esta etapa y
que suele tratar en consulta?
El error es dramatizar o
exagerar la adolescencia y decir que a nosotros no nos
pasó y que respetábamos más a nuestros padres, es falso. También fuimos
adolescentes e hicimos cosas que no estaban bien. Resulta un desacierto no ser
conscientes de la existencia de esa fase tan necesaria para que el hijo madure.
¿Puede afirmarse que es
posible un camino por la adolescencia de los hijos sin angustia?
Lo más importante es
darse cuenta de que la angustia no sirve para nada. Habría
que hablar con otros padres que han pasado por ello y nos dirán que lo pasaron
mal pero que todo pasa y que no hay que darle mayor importancia. Seguramente
nos dirán que los hijos se ven más fortalecidos y tienen mayor autoestima.
No añadamos tragedia a lo
que el hijo hace porque eso lo que va a conseguir es que se comporte de una
forma todavía más agresiva. Parte de la adolescencia se convierte en una
provocación y las provocaciones cumplen sus objetivos
cuando consiguen que el otro 'entre al trapo'.
Apoyémonos en nuestra
pareja o persona que nos acompañe, en los abuelos y hablemos mucho. Nos
daremos cuenta de que las cosas pasan de una forma más sencilla de lo que
podríamos prever.
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