GEMA SÁNCHEZ CUEVAS | La
Mente es Maravillosa | 07/08/2023
Escrito por Edith Sánchez
Una persona que habla sin
parar, o bien se encuentra en un estado de agitación patológico, o bien es
presa de un egocentrismo sin límite. En ambos casos la verborrea es un síntoma
de imposibilidad para establecer comunicación con los demás.
Algo va de ser comunicativo a tener frecuentes ataques de verborrea. No tiene nada de malo que a
algunas personas les guste hablar, pero lo cierto es que a veces se pasan.
Hablan tanto que si les cosieran la boca, les saldrían letras por las orejas.
No pueden guardar silencio, al punto que terminan hablando con el televisor si
no encuentran interlocutor.
Esta conducta a veces resulta muy agobiante
para los demás. Intentan mantener una conversación con ellos, pero se rinden al
poco tiempo. No hay manera de que paren. Generalmente escogen a
sus “víctimas” con acierto. Estas suelen ser personas calladas y afables, que
no se atreverían a pedirles que callen o a dejarlos solos en pleno ataque de
verborrea. Por eso los sufren abnegadamente.
Otro punto que define a estos amantes de la
verborrea es el tema de conversación . Esta, casi siempre tiene un
eje definido: ellos mismos. Quienes les rodean tienen que
aguantar una exposición detallada de sus opiniones, vivencias, apreciaciones,
planes, recuerdos y todo, absolutamente todo lo que gira en torno suyo. Esto,
finalmente, termina agotando a cualquiera. Entonces, ¿por qué no pueden
callarse?
“No sabe hablar quien no sabe
callar”.- Pitágoras de Samos –
Saben de todo… y más
Los ataques de verborrea son muy frecuentes
en quienes tienen un rasgo que va de la mano: saben de todo y más. Al menos eso
es lo que creen. No hay asunto en el que no hayan incursionado
ni área en la cual no tengan una opinión para compartir. Todo lo que ha
sucedido en el mundo ya les ha pasado a ellos o está por sucederles.
Aunque no tengan estudios en un tema y hayan
leído poco del mismo, no tienen problema en impartir cátedra.
Ahora que si conocen el tema y tienen un título relacionado, el asunto pinta
todavía peor. Son como un seminario ambulante, que pontifica y ofrece datos
minúsculos que nadie les está preguntando. Pueden llegar a ser una verdadera
pesadilla.
Este tipo de personas adoran las palabras raras y los discursos floridos.
De alguna forma es como si sintieran que el mundo entero es un gran auditorio que
está expectante sobre lo que van a compartir. No creen que tengan algo que
aprender de los demás. Por otro lado, su intención de fondo es enseñar.
Básicamente, quieren ser el centro de atención y lucirse.
La verborrea no ilustrada
La verborrea también es un mal de aquellos que no intentan proyectar una
imagen de ilustrados. También los hay que no quieren dar cátedra sobre todo tipo de temas, sino que necesitan informar a los demás
de toda su vida o de la de otros. Ponen un énfasis desmedido en
cualquier suceso cotidiano y lo narran detallando hasta el más mínimo aspecto,
como si este tuviera una importancia trascendental.
También están los que suponen que todo el
tiempo les estás pidiendo una opinión o un consejo. Ni bien alcanzas a
hacer un comentario sobre algún aspecto de tu vida, e inmediatamente se
deshacen en apreciaciones, diagnósticos y conjeturas sobre lo que pasa en tu
vida, lo que debes hacer, las causas, las consecuencias y todo aquello que se
les ocurra. Igual sucede con los que deciden quejarse sin parar.
El problema es que una vez que caes en su red
de palabras, la inercia va a hacer que tiendas a permanecer en ese lugar. La otra opción es pasar
por la desagradable situación de pedirles que se callen. Ellos
difícilmente elegirán por sí mismos momentos para la escucha.
¿Qué hacer con un verborreico?
Una persona que hace de la verborrea su estilo
de comunicación con los demás podría tener un trastorno psicológico, o
simplemente un egocentrismo sin límite. Este último no puede
catalogarse como un trastorno en sí mismo, pero definitivamente tampoco es una
señal de salud mental.
Hay algunos estados de manía, ansiedad o
agitación que llevan a hablar, hablar y hablar. El discurso sin descanso es una
manera de expresar esa angustia. Su inquietud les impide
callar y/o escuchar. Su forma de hablar es compulsiva, y muchas veces
desordenada. Pueden pasar de un tema a otro sin que haya conexión. En esos
casos, escucharles puede ayudar. Quizás seguir su discurso con comentarios
puede ser una actitud que les ayude a tranquilizarse.
En el caso de los egocéntricos, que es el más frecuente, lo que sucede es
que la persona no ha desarrollado las herramientas psicológicas para
establecer una comunicación de doble vía. Lo suyo es un
monólogo y los demás un contenedor. Una audiencia. En esos casos lo mejor es no
prestarse para formar parte de su juego narcisista.
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Este texto se
ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un
profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.
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